Producen estupor e indignación las palabras del exterrorista y expresidente uruguayo, José Mujica, reconocido por su militancia criminal en la sanguinaria guerrilla “Tupamaros”, organización delincuencial que azotó durante largos años a la República Oriental del Uruguay.
La violencia radical era la guía principal de los “Tupamaros”, banda que en uno de sus documentos fundacionales aseveró que “descartamos la posibilidad de un tránsito pacífico hacia el poder, en nuestro país. La lucha armada será la principal forma de lucha de nuestro pueblo, y a ella deberán supeditarse las demás…”.
José “Pepe” Mujica, que es alabado por los jóvenes que lo ven como un ícono de la izquierda latinoamericana es, ante todo, un criminal cobarde y rencoroso.
En el año de 1971, cuando llevaba poco tiempo en las filas de los “Tupamaros”, asesinó al humilde cabo de la policía, José Leonardo Villalba para robarle su arma de dotación y la billetera en la que guardaba el sueldo que acababa de cobrar.
Según el informe forense, el cuerpo del cabo Villalba recibió siete balazos, todos por la espalda.
Mujica nunca respondió por ese asesinato brutal. Como es sabido, fue perdonado y elegido senador durante el quinquenio comprendido entre 2000 y 2005. En 2010, llegó a la presidencia de su país.
Los demócratas y amantes de la libertad, no salen de su estupor por cuenta del sadismo observado por Mujica, cuando un periodista le preguntó por su opinión respecto de los atropellos y desmanes del régimen de Nicolás Maduro contra la población civil durante la “Operación Libertad”, liderada por el presidente legítimo de Venezuela, Juan Guaidó y el líder opositor y exprisionero político, Leopoldo López.
Al inquirírsele por las imágenes de las tanquetas del oficialismo pasando por encima de los manifestantes inermes, el exterrorista Mujica con todo el cinismo del caso, respondió que “no hay que ponerse al frente de las tanquetas… Si usted sale a la calle, se expone”.
Mientras el mundo libre rechaza vehementemente la carnicería llevada a cabo por los esbirros del dictador Maduro, uno de los principales cómplices del tirano venezolano, “Pepe” Mujica, saca a relucir su salvajismo de antaño al culpar a las víctimas de los atropellos por ponerse “frente a las tanquetas”.
No tiene por qué extrañar que un individuo que en su primera juventud tuvo los arrestos para matar a mansalva y por la espalda a un pobre policía con el fin de robar su revólver y su miserable salario, no tenga ahora, en el otoño de su triste existencia, la más mínima consideración con esos humildes venezolanos que valientemente salieron a las calles de Caracas para exigir el fin de la dictadura y el retorno de la democracia.
Publicado: mayo 2 de 2019
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