Ahora que el Alto Comisionado para la Paz, Miguel Ceballos, confirma la alianza entre el ELN y las “disidencias” de las Farc para incidir en las próximas elecciones regionales, descubrimos cuán grave fue otorgarle participación política al terrorismo.
El desaliñado “proceso de paz” que exprimió a su antojo Juan Manuel Santos, no significó el fin de la guerra y ni siquiera el de la guerrilla más antigua del mundo (las Farc), sino que, por el contrario, le permitió a la misma conservar su ala militar mientras fortalecía la política.
Como consecuencia, lo que tenemos ahora es una guerrilla con representación en la rama legislativa; con la fortuna intacta que ilícitamente amasó durante más de medio siglo; con el control sobre un negocio redondo como el narcotráfico, y con cerca de 4 mil hombres alzados en armas.
El informe de inteligencia en el que se basa el comisionado Ceballos confirma que el ‘Comando Revolucionario’, la alianza entre ambas guerrillas, pretende poner a sus propios candidatos a concejos y asambleas para elecciones en Putumayo, Guaviare y Caquetá, y controlar economías ilegales en otros 15 departamentos.
Que la guerrilla tenga sus candidatos es algo a lo que nos condenó el dichoso “proceso de paz”, sin embargo, lo que verdaderamente preocupa son los métodos que emplearán para favorecerlos, fortalecer sus bases electorales y evitar que al cabo de este periodo constitucional se pierdan las curules que irresponsablemente les dieron en el Congreso.
Con ese fin no sería extraño que, como lo sugiere el informe de la Fuerza Pública, el ‘Comando Revolucionario’ esté tras el reciente ataque a las casas fiscales del Ejército en Saravena, Arauca, y la explosión de un artefacto contra un grupo de militares en Uribe, Meta. Claro, la guerrilla intenta recuperar el control de los territorios en los que aspira a cimentar su proceso político.
Así las cosas, tampoco debe sorprendernos que el mismo grupo sea responsable de los atentados contra precandidatos de los partidos de derecha. Solo por citar algunos: el reciente asesinato del conservador Daniel Gómez, candidato a la Alcaldía de El Cairo, Valle del Cauca, y el atentado contra Jair Corredor, candidato a la Alcaldía de Saravena, Arauca, por Centro Democrático. De ese modo, todo apuntaría a que la mafiosa coalición intenta limpiar el camino.
Ante la asonada del terrorismo sediento de poder, preocupa el engaño, la manipulación, la integridad de los contendores, pero sobre todo el empleo de métodos violentos para conseguir el aval de las comunidades, a lo que llamo ‘proselitismo del terror’.
Publicado: mayo 10 de 2019
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