El “abogado” Julián Bedoya

El “abogado” Julián Bedoya

Una vez más, el oscuro senador antioqueño Julián Bedoya Pulgarín vuelve a estar en el ojo del huracán como consecuencia de sus maniobras non sanctas

Bedoya, que empezó como diputado de su departamento, tiene una hoja de vida colmada de interrogaciones por su dudoso proceder. Antes de incursionar en la política, intentó convertirse en oficial de la Policía. Para tal propósito se matriculó en la escuela de cadetes, general Santander. Faltando pocos meses para su graduación como subteniente, el entonces alférez Bedoya se robó una pistola marca Pietro Berettacalibre 9 mm. Fue descubierto por sus superiores, quienes encontraron el arma escondida en la cisterna de un baño. Tan pronto confirmaron que Bedoya era el autor del robo, decidieron expulsarlo de la escuela, evitando así que ese sujeto se convirtiera en oficial de la policía nacional.

Durante muchos años, Bedoya declaró en su hoja de vida que era abogado, egresado de la universidad de Medellín, centro académico reconocido por su rigurosidad y calidad educativa. 

Lo cierto es que Bedoya nunca pudo graduarse, pues no logró completar las materias, ni cumplir con otros requisitos que impone la ley para que una persona pueda acceder al título de abogado. 

Ante los cuestionamientos sobre la falsedad en su hoja de vida, Bedoya cometió el peor error de su vida, el cual no solo le puede costar su curul en el Senado, sino que indefectiblemente lo meterá en líos disciplinarios y penales. 

En octubre del año pasado, el rector de la universidad de Medellín, Néstor Hincapié, autorizó, a través del secretario general de ese claustro académico, que Bedoya se matriculara -extemporáneamente- para que terminara su carrera. Curioso: en muchas hojas de vida y declaraciones públicas, Bedoya se había presentado como abogado. Su matrícula en el programa de derecho de la universidad de Medellín, perfeccionada el 11 de octubre de 2018, confirma que el senador no solo estaba mintiendo, sino que además incurrió en falsedades en su hoja de vida, lo que constituye un delito. 

Y como si se tratara de una persona con dotes intelectuales superiores, el alumno en cuestión, en tan solo 4 meses logró terminar todos los créditos académicos que le hacían falta, a saber: 10 materias, acreditación de un segundo idioma, práctica académica o judicatura, exámenes preparatorios y el Ecaes-Examen de Calidad de Educación Superior-.

El pasado 1 de marzo, 4 meses y 18 días después de haberse matriculado, la universidad de Medellín le otorgó el título de abogado al señor Julián Bedoya.

Gravísimo que el rector Hincapié, quien cerró una alianza política con Bedoya, haya puesto a la universidad al servicio de los intereses del parlamentario liberal. El mensaje que envía es nefasto: mientras todos los jóvenes que se matriculan en ese claustro tienen que esforzarse estudiando para cumplir con los requisitos de grado, el parlamentario Bedoya -valiéndose de su poder- fue vulgarmente favorecido.

Urge que el ministerio de Educación tome cartas en el asunto, e investigue a profundidad la evidente irregularidad que se presentó en el proceso de graduación de ese “abogado”. Así mismo, los estudiantes de la universidad, tienen la obligación de adelantar las acciones correspondientes para hacer respetar a su alma máter que no puede convertirse en un garito de la politiquería en la que el rector, quién sabe con qué motivo, regala títulos profesionales a cuanto mamarracho con un puñado de votos se le acerque.

Julián Bedoya es un sujeto peligroso. Su proceder es escalofriante y sus actuaciones merecen ser investigadas a profundidad. Desde septiembre de 2017, este portal denunció su participación en el denominado “Cartel de la Toga”, sin que hasta la fecha la justicia se haya tomado siquiera la molestia de indagar un poco sobre ese caso.

En España, hace unos meses se desató un escándalo por cuenta de que la universidad Rey Juan Carlos regaló títulos de maestría a dirigentes políticos, sin que estos cumplieran con los requisitos. En ese caso, las autoridades descubrieron actas, calificaciones y certificados falsos. Bien valdría la pena que el ministerio de Educación de nuestro país enviara a alguien a revisar el caso de Bedoya y grande será la sorpresa cuando se descubra la montaña de irregularidades que se cometieron en la universidad de Medellín para convertir a ese sujeto en “abogado”. 

@IrreverentesCol

Publicado: mayo 29 de 2019 

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