La lista de los problemas que asfixian a nuestras regiones es inmensa, señalar cual es prioritario es complejo. Todos reclaman un tratamiento de urgencia manifiesta. La falta de transparencia, acrecentada en los últimos años de la mano de la impunidad, ha llevado a la corrupción al primer lugar. La opinión sin distingos de edad, la percibe hoy como el número uno.
El narcotráfico y su expansión; la siembra imparable de cocaína y su incendiario efecto que están empujando al país al sumidero. El consumo en menores, los efectos perversos de la adicción y miles de hogares destruidos por esta tragedia. En salud pública: un sistema que no convence; la tutela como medio para alcanzar la oportunidad de la atención y más de la mitad de los hospitales públicos con pasivos no solucionables. Cierra este cerco los atentados contra la misión médica y sus continuas amenazas.
La precaria paz por la impunidad. La inseguridad, el boleteo y el secuestro. Todo un capitulo en donde el estado no alcanza. .El clima de desconfianza que ahuyenta las inversiones y exprimir con impuestos a empresarios-ganaderos endeudados. Las tasas de analfabetismo (5%), la deserción escolar, los cupos restringidos para secundaria. El Sena insuficiente y la frustración de los bachilleres que no logran ingresar a la Universidad. La educación con privilegios, gasolina para la hoguera social. El futuro, incierto: cerebros desnutridos en nuestros infantes porque delincuentes, señalados pero no encarcelados, le robaron los alimentos que suministraban las calorías básicas para el aprendizaje.
La lista es infinita; los problemas se perpetúan y las soluciones no llegan.
Y ante este panorama desolador se aproximan las elecciones. Ya empezamos a escuchar las noticias falsas, los ataques personales, los reclamos recíprocos y sus denuncias. Desconcierto, no saber quién de los que avalan candidatos es el más corrupto. Golpes bajos vienen y desde las redes disparándole a los acusados, culpables o no, moralmente inhabilitados. De cómplices a delatores, nuestra ramplona época preelectoral. El teatro del país, su drama. Y los jefes afilando espuelas; su comportamiento, como propietario de cuerda de gallos finos.
Les pregunto a los dirigentes de los grupos políticos, si este calificativo les alcanza para igualarlos: ¿no les da remordimiento? ¿No tienen vergüenza? No irrespeten a sus electores. Si a estas alturas de la disputa no han entrado sus candidatos, no quiero imaginar la hora que el combate empiece. De pretil a pretil -nuestra gente en la mitad de la calle llena de fango- y el abanico de la deshonra orientándolos.
Sera mucho exigir una campaña decente. Un escenario democrático donde se debatan las ideas y se escuche el análisis de los problemas. EL examen juicioso de las propuestas de solución, su viabilidad y financiamiento. Un comportamiento de caballeros que incluye por supuesto no transgresiones morales y no empeñar lo público a quienes se lucran financiando las campañas.
Democracia con dignidad, participación con opinión y mucho raciocinio para conquistar los votos. Convirtamos las elecciones en la mayor aula de cultura y de enseñanza. Esto es darle seriedad a la política.
Publicado: mayo 31 de 2019
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