Si alguien ejerció como caballo de Troya en el gobierno del presidente Uribe, ese es Juan Manuel Santos quien con toda la hipocresía se disfrazó de uribista para promocionar la reelección en el año 2006 y entrar como ministro en el segundo gobierno de la Seguridad Democrática.
Uribe y las personas que integraban su círculo más cercano, se dejaron engañar por el jugador Santos cuya fidelidad a la doctrina uribista era supuestamente irrenunciable.
Pero todo resultó en una farsa, una jugada para reconstruir su miserable carrera política. Santos era un ser inviable. Sus evidentes limitaciones para comunicarse, su falta de carisma y soberbia impidieron que su figura tuviera proyección alguna.
Astutamente, vio en el uribismo el camino idóneo para alcanzar sus propósitos. La ambición es connatural al ejercicio político. Resulta en extremo infantil descalificar a un político por sus aspiraciones. No es ilegítimo tenerlas. Lo que resulta deleznable es que quien las posee, se valga de toda suerte de artimañas, trampas y, como es el caso de Santos, ilicitudes para que éstas se vuelvan realidad.
Enseña el barón de Montesquieu que un hombre no es desdichado a causa de la ambición, sino porque ésta lo devora. Y aquello, en buena medida fue lo que le sucedió a Juan Manuel Santos quien le vendió el alma al diablo para llegar a la presidencia de la República.
En su camino al poder, hizo alianzas non sanctascon criminales de la peor calaña como el mafioso y esmeraldero Víctor Carranza, en cuyo helicóptero él acostumbraba viajar para sostener reuniones clandestinas con personas como Carlos Castaño Gil.
Es sabido que cuando Carranza fue capturado, de manera urgente Juan Manuel Santos llamó al fiscal general de la época con el propósito de interceder por él, hecho que confirma el maridaje y complicidad que existía entre ellos.
Santos no entró al gobierno de Uribe pensando en desestabilizarlo por dentro para efectos de convertirse en su reemplazo en 2010.
Uno de sus principales aliados en ese propósito fue la revista Semana, dirigida por su sobrino Alejandro Santos, uno de los más enconados antiuribistas que hay en Colombia. Resulta curioso que fue esa revista la que le dio despliegue noticioso a temas como el de las supuestas chuzadasdel DAS, “escándalo” que se concentró en perjudicar a personas cercanas al presidente Uribe y, en cambio, dejó invicto a Santos quien como ministro de Defensa ejerció un control férreo sobre el DAS.
Igual con los denominados falsos positivos, ejecuciones extrajudiciales que aparentemente ocurrieron, precisamente durante los años en que Santos fue ministro de Defensa. Como siempre, él, audaz, astuto y marrullero, logró salir invicto de ese escándalo, como invicto salió del peor escándalo de corrupción que ocurrió bajo su paso por esa cartera: el saqueo de Fondelibertad, entidad que manejaba multimillonarios recursos para atender a los secuestrados y sus familiares y que él, Juan Manuel Santos Calderón, convirtió en su caja menor para financiar a quienes a la postre serían los principales asesores y estrategas de su campaña presidencial.
Con plata de Fondelibertad, por ejemplo, se nutrieron las cuentas personales del siniestro Juan Mesa Zuleta, uno de los personajes más controvertidos del entorno santista.
Ahora, ha trascendido, gracias a los denominados wikileaks, que Santos se encargó de caldear los ánimos de la embajada de los Estados Unidos en Colombia, de cara a una posible segunda reelección del presidente Uribe, en 2010.
Uno de los argumentos que utilizó Santos para criticar ante el entonces embajador norteamericano, William Borwnfield la segunda reelección de Uribe fue, precisamente la existencia del escándalo de las chuzadasdel DAS. Curioso: Santos y su sobrino fabricaron la historia, la hicieron pública y luego él, para abrirse camino hacia la presidencia, se valió de esa historia para desprestigiar a quien lo había resucitado políticamente.
Santos es un ser humano rastrero. Su sucia naturaleza, lo convierte en un sujeto que no merece respeto ni consideración ninguna. Todo lo que ha logrado ha sido a punta de trampas, contubernios, traiciones, estafas, engaños y alianzas con estructuras ilegales.
Hoy, recibe el desprecio del pueblo colombiano. Siempre, absolutamente siempre, será recordado como el gran canalla que llegó al poder estafando a millones de ciudadanos a los que engañó, pero también como el más ruin complotista de nuestra historia.
Publicado: abril 17 de 2019
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Los hombres que llegan a ser gobernantes deben practicar la contención moral, es decir no dejar que la tentación de poder y dinero prevalezca sobre la protección y defensa del pueblo que gobierna, que es su misión sagrada.
En este caso el gobernante en cuestión renunció a sus valores éticos y morales y se dejó tentar, dejando salir lo peor de su naturaleza por dinero, convirtiéndose en traidor y depredador del pueblo que juró proteger y defender.
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