La Iglesia “invisible” de Jesús

La Iglesia “invisible” de Jesús

En medio de la Semana Santa deseo rendirle un homenaje a miles de seres humanos, libres y comprometidos, quienes llevan el mensaje de Jesús a través de sencillas acciones, en las cuales comparten su solidaridad con quienes más lo necesitan (no siempre son los más pobres). Ellos son el rostro de la Iglesia “invisible” de Jesús.

Seguramente jamás la encontrarás en los programas de televisión con alto rating, ni en los grandes titulares de periódicos o revistas importantes. Te aseguro que no hace ruido, ni le gusta la publicidad. Es humilde, laboriosa, comprometida. Sus manos, ojos y pies muestran el recorrido de vidas enteras dedicadas a servir.

Está conformada por hombres y mujeres de diferentes razas y clases sociales, que madrugan y les gusta orar en familia. No tiene diferencias ni hace parte de escándalos; en cambio, reconoce en cada ser humano la oportunidad perfecta para dar, escuchar, compartir, abrazar y contemplar.

Como si fuera poco, casi siempre, vive de la Divina Providencia y se jacta de no tener nada distinto que la Fe y unas ganas enormes de hacer cosas en beneficio de los más necesitados quienes, para tu sorpresa, en numerosos casos están rodeados de lujos y riquezas. Porque prójimo no es quien carece de bienes materiales, sino quien más necesita de Dios.

¿Sabes a quién me estoy refiriendo? A la iglesia “invisible” de Jesús, testimonio constante de Su Presencia en el mundo.

La puedes encontrar en una vereda lejana, llevando mercados sencillos a ancianos enfermos; en comedores ubicados en zonas de tolerancia, ofreciendo desayunos nutritivos a hijos de prostitutas, pequeños que encuentran en medio de las más complejas circunstancias sociales un oasis donde reciben afecto, reconocimiento y atención.

También está en alguna esquina insignificante de un barrio deprimido, evangelizando con humor, mientras sirve chocolate caliente y pan que consumen con deleite habitantes de calle, esclavizados por mafias que les condenan, a veces de por vida, a la adicción a las drogas. O, para tu sorpresa, en elegantes condominios, acompañando a personas de todas las edades, que se encuentran sumergidas en la tristeza de la soledad, la dependencia del alcohol o los antidepresivos.

Esta iglesia, por supuesto, no está en boca de los grandes barones de los medios de comunicación, pero sí palpita en el corazón de millones de seres humanos, destinatarios de la labor de personas anónimas que dan lo mejor de sí mismas sin recibir nada diferente a la felicidad de saber que cumplieron con el mandato más excelso que existe: el mandato del Amor.

La iglesia “invisible” de Jesús acaricia con la mirada, no señala, no juzga, actúa de forma inmediata y muestra con hechos lo que las palabras no logran. Avanza con dulzura, sonríe con esperanza y transmite confianza en la Eternidad que todos anhelamos.

Con Todo Respeto: Créeme, ser parte de la Iglesia “invisible” de Jesús llena de sentido la vida, porque te das cuenta que puedes recibir mucho más de lo que imaginas cuando abres tus sentidos a plenitud y te metes en los zapatos del otro; cuando las historias de ese otro te permiten comprender lo afortunado que eres; vale decir, cuando te das cuenta que eres parte de una Humanidad que camina hacia el Dios que la creó, a pesar de los errores, las debilidades y los vicios, incluidos los tuyos y los míos.

#LaIglesiaInvisibleDeJesús

Galletas de miel con almendras para acompañar el capuchino de hoy.

@tamayocollins

Publicado: abril 17 de 2019

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