Mucho revuelo causaron las declaraciones del Presidente Trump esta semana al sostener que Duque no ha hecho nada para disminuir la producción y exportación de drogas en Colombia, la cual es una afirmación injusta y descontextualizada que no tiene en cuenta las causas que llevaron a esa desafortunada realidad.
En efecto, mientras Santos disfruta del exilio en el exterior y publica libros para alabar su insaciable ego, que ni siquiera el Nobel logró llenar, al Presidente Duque le toca bailar con la más fea. Él heredó un País que gracias al la dichosa negociación de La Habana quedó completamente inundado de cocaína, donde los grupos ilegales se matan entre sí para lograr el control de las zonas estratégicas para la producción y comercialización de narcóticos.
¿Cómo llegamos a este punto?
La respuesta es más sencilla de lo que parece. Para sacar avante la negociación – que después de dos años de concluida no le ha traído mayores resultados al País diferente a cubrir con un interminable manto de impunidad al secretariado de las Farc – Santos cambió por completo la efectiva estrategia de lucha contra las drogas que implementó el Gobierno Uribe y que había permitido disminuir a cifras históricas este flagelo que ha martirizado a Colombia durante los últimos 30 años.
Se suspendieron las fumigaciones con glifosato y los bombardeos a los laboratorios de coca, se ordenó un cese de la avanzada militar que había logrado recuperar el control territorial de toda la geografía nacional y se creó un incentivo perverso en los acuerdos que prometía ayuda estatal a todos aquellos terrenos donde hubiera droga, lo cual terminó incrementando exponencialmente las hectáreas sembradas.
Como consecuencia, en Colombia se aumentó la cifra de hectáreas sembradas a más de 200.000, un número al que ni siquiera se había llegado en la nefasta época del Caguan. Ahora, al Presidente Duque le toca cargar al País en sus hombros y revertir una inaceptable realidad que está generando cientos de afectaciones en el territorio nacional, sin contar las dificultades diplomáticas que esto conlleva.
Se debe recuperar la moral de la tropa, reestablecer el control territorial de zonas completamente cooptadas por el narcotráfico como el Catatumbo, se necesitan de vuelta las fumigaciones con glifosato y los bombardeos a los laboratorios, cortar la cadena de suministro de los precursores químicos y, sobretodo, lograr la caída de la dictadura chavista de Maduro que no es otra cosa distinta al intermediario perfecto entre los grupos narcoterroristas colombianos, el cartel de los soles y los carteles mexicanos.
El Presidente Duque es un hombre de valor y liderazgo y uno de los mayores objetivos de su Gobierno será revertir el nefasto narco-legado en que nos dejó Santos. Los más de 10 millones de colombianos que votamos por él confiamos en que su ejercicio de legitima autoridad recupere el camino perdido y le devuelva la esperanza a un País que no merece seguir condenado a ese detestable martirio.
Publicado: abril 3 de 2019
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