De acuerdo con el Índice de las Ciudades en Movimiento (CIMI por sus siglas en inglés), que valora 83 indicadores en los que está no solo el nivel de tecnología e innovación sino también la calidad de movilidad, transporte, planeamiento urbano, economía, gobierno, gestión pública, medio ambiente, cohesión social y capital humano, Nueva York, Londres y París son las tres ciudades más inteligentes del mundo.
Dentro del rubro tecnología, que mide el estudio, hay indicadores entre los que figuran el nivel de acceso a internet, puntos de accesos wifi, suscripción a banda ancha, usuarios con dispositivos móviles y cuentas en redes sociales y hasta cantidad de tiendas Apple. Todas oportunidades para los ciudadanos que impactan positivamente la calidad de vida.
El primer lugar de la región es para Buenos Aires que, en el ranking mundial, se encuentra en el puesto 76. Le siguen Santiago de Chile (86) y la ciudad de Panamá (94). Bogotá está lejos de los primeros 100 lugares, lo que representa una gran oportunidad para los próximos cuatro años.
Una ciudad inteligente es incluyente, transforma la tecnología en calidad de vida, modifica los procesos de ciudad para crear dinámicas positivas que aporten a problemáticas en seguridad y movilidad, ofrece un portafolio de oportunidades en emprendimiento y estímulos a la innovación, valora las iniciativas a favor del cuidado del medio ambiente y promueve la importancia del ciudano sobre todas las acciones de política pública.
Bogotá tiene una oportunidad histórica para encaminarse hacia una ciudad inteligente a través de acciones en emprendimiento, seguridad y movilidad. En el caso del primero, impulsar las ideas de negocios que aprovechan la tecnología para generar valor agregado a nuestros procesos productivos o que contribuyen a solucionar problemas de ciudad. Por supuesto, la ciudad demanda también acciones puntuales para la generación de riqueza a través del mejoramiento del ingreso promedio, el empleo y la competitividad.
En materia de seguridad, los ciudadanos reclaman una mayor infraestructura que reduzca los índices e impacten la percepción de inseguridad. Acciones en este sentido pasan por temas de agenda pública como el microtráfico o el contrabando. Finalmente, en cuanto a movilidad, los próximos cuatro años serán claves para implementar medidas que contribuyan a disminuir los tiempos de desplazamiento en un momento en el que la ciudad se encuentra en obras.
Esta visión desde la perspectiva de prioridades para la capital del país no es responsabilidad exclusiva de la Alcaldía de Bogotá. El Concejo de Bogotá tiene un papel preponderante desde la gobernabilidad de la ciudad, el control político y el liderazgo de Acuerdos que contribuyan a hacer de Bogotá una ciudad inteligente. Estamos ante una oportunidad que no podemos desaprovechar.
Simón Osorio
Publicado: abril 15 de 2019
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