Las dos luminarias de estas elecciones generales españolas han sido el tándem fundador de VOX, Santiago Abascal, presidente del partido, y Javier Ortega Smith, secretario general.
Javier Ortega Smith, es un versado jurista y un calificadísimo polemista. Hoy, por ejemplo, dirige la acusación contra la cúpula separatista catalana en un juicio que por rebelión impetró él mismo ante el Tribunal Supremo de España; hace vocería de VOX en los medios de comunicación y encabeza decenas de mítines electorales. Ortega, de ascendencia española por el padre y argentina por la madre, tiene doble nacionalidad y conoce al detalle a los latinoamericanos, a quienes suele dedicar cálidas y fraternas expresiones.
Santiago Abascal, presidente fundador de VOX, es un esforzado luchador contra el terrorismo de ETA. Siempre estuvo en la mira de los asesinos por su inclaudicable defensa de la unidad de España. Militante del Partido Popular durante décadas, dirigió al presidente Rajoy, en 2013, un manifiesto en el que consignó las razones para abandonarlo. Es el manifiesto del sentido común contra el cretinismo izquierdista y contra la “derechita cobarde” representada por el PP y Ciudadanos. Abascal acusó a Rajoy de convertirse en “albacea testamentario” de las políticas de Zapatero frente al terrorismo y de mantener una “actitud pasmada ante el desafío de los dirigentes separatistas”. Abascal cuestionó la negativa radical de Rajoy a abordar una reforma profunda del modelo autonómico, el abandono de la defensa de la lengua común en la educación, la insólita y suicida posición del partido en Cataluña y País Vasco, la consolidación por inacción de toda la legislación ideológica de Zapatero, el aumento de la presión fiscal en contra de los principios económicos enarbolados por el PP, la pasividad ante la legislación que ataca la vida y la actitud acrítica ante la corrupción.
En la campaña crece como espuma la audiencia para Abascal y Ortega Smith. Al contrario, los candidatos de los otros partidos parecen estar «fuera de base». Así se siente a Pedro Sánchez del PSOE, Albert Rivera de Ciudadanos, Pablo Casado del PP y Pablo Iglesias de Podemos. Primero, porque van al meollo de los grandes problemas de la nación; segundo, porque le dicen al pan, pan y al vino, vino. Ellos no se andan con rodeos y no tienen complejos frente a lo “políticamente correcto”. ¿Cuál es el secreto de Abascal y Ortega? Que en los debates rápidamente deslindan campos con la izquierda y la acometen conceptualmente sin ninguna compasión.
VOX adoptó como lema para esta campaña un sonoro ‘Por España’. Sus mítines tienen como telón de fondo la bandera del país; comienzan con un solemne y respetuoso silencio para escuchar el himno de España, seguido de un masivo ondear de banderas españolas. El efecto ha sido electrizante y el contraste con los otros partidos, apabullador. Cómo así que los españoles no podemos reconocernos como españoles, se han preguntado millares de jóvenes que hasta ahora no eran conscientes de que el denominador común de los políticos de la izquierda y de los separatistas era la traición a la patria y el desprecio por sus símbolos (el himno del PSOE hasta hace poco lo compartían con la Unión Soviética y Cuba, La Internacional).
La campaña ha sido un renacer de la autoestima nacional. Los discursos de Abascal y Ortega han logrado desacreditar tendencias que tomaron enorme vuelo en la política española: la prédica sobre un presunto estado “plurinacional” contrario a la existencia de una sola nación española; la defensa de la unidad, contraria a los intentos de separar a Cataluña y al País Vasco; la defensa de la monarquía constitucional contraria a la idea de reinstaurar la república. VOX, incluso, propone ilegalizar a los partidos que postulen en su programa el secesionismo.
Publicado: abril 23 de 2019
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