Fue célebre la intervención del entonces rey Don Juan Carlos de España en la cumbre Iberoamericana en Santiago de Chile. Desesperado con las vocinglerías e impertinencias del sátrapa venezolano Hugo Chávez, en tono evidentemente alterado, increpó al chafarote diciéndole, ¿Por qué no te callas?
Algo parecido habrá que decirle a la farsante que preside la corrupta jurisdicción especial de paz JEP, Patricia Linares, persona que invierte buena parte de su tiempo redactando cartas majaderas.
Las intervenciones de la señora Linares, esa misma que ha permitido que la JEP se convierta en un antro de corrupción, clientelismo y politiquería de la peor calaña, resultan altaneras y fuera de lugar.
Ella, que se autoproclama “juez”, debería saber que los administradores de justicia se comunican a través de sus providencias y no de entrevistas, redes sociales, misivas y actividades ridículas, como las “abrazatones” que tanto le seducen.
La señora Linares quiere que el presidente Uribe en particular y el uribismo en general, se abstengan de cuestionar a la JEP. Imposible. Ese tribunal canalla, diseñado para favorecer a los genocidas y pisotear los derechos de las víctimas de las Farc, ha sido y seguirá siendo cuestionado implacablemente, mientras exista. Además, en una democracia absolutamente ninguna institución está blindada del escrutinio por parte de la opinión pública y de los dirigentes políticos.
La ministra de Justicia del presidente Duque, la errática Gloria María Borrero equivocadamente defiende la existencia de la JEP cuando asegura que ésta llegó para quedarse. No. A la JEP hay que, por ahora, introducirle cambios fundamentales, pero si en el futuro el país continúa registrando que éste mecanismo no hace nada por satisfacer los derechos de las víctimas, se hará necesario tomar medidas drásticas. Por encima de los victimarios, del vulgar apetito burocrático de la señora Linares y de la vagabundería que campea en los pasillos de la JEP, están los intereses superiores de la sociedad.
En su carta dirigida al presidente Uribe, sibilinamente la señora Linares da a entender que el exmandatario y jefe del Centro Democrático está detrás de una campaña de desprestigio contra la JEP.
No. La JEP, esa misma en la que se han desaparecido miles de millones de pesos, donde la sinvergüencería es generalizada, cuya presidenta se adjudicó y dilapidó más de $2 mil millones de pesos en “gastos de representación”, donde se contrata sin rigor ninguno -entre los favorecidos se encuentra el hijo del narcopresidente Ernesto Samper, Miguel Samper-, se deshonra a si misma y a pasos agigantados.
No hace falta mover un dedo para lograr que la JEP siga hundiéndose en el fango asqueroso del desprestigio. Sus fiscales son capturados en flagrancia mientras reciben miles de dólares a cambio de salvarle el pellejo al capo del narcotráfico y violador de niños, alias Jesús Sántrich.
Patricia Linares siente pasos de animal grande. Enhorabuena el valiente Contralor, Felipe Córdoba, anunció que le pondrá la lupa a esa entidad.
“Vamos a revisar toda la contratación, desde que empezó la JEP”, sentenció el señor contralor general de la República.
Y aquel anuncio debe producir toda suerte de escalofríos en las humanidades de quienes, “en nombre de la paz”, se han concentrado en llenar las alforjas de sus validos, amigos, parientes y relacionados.
Que la señora Linares, de una vez por todas, se calle y empiece a cumplir con sus funciones. El país quiere ver avances reales en las investigaciones contra los cabecillas de la banda terrorista Farc.
Antes de perder su tiempo escribiéndole cartas irrespetuosas al expresidente Uribe, la Linares debería, por ejemplo, contarle al país exactamente cuál es su patrimonio, cuántos bienes inmuebles posee a nombre propio o de terceros y, muy importante, si por cualquier concepto ha recibido dinero en efectivo en los últimos 3 años. El país espera las respuestas de la vocinglera y fantoche presidenta de la JEP.
Publicado: marzo 28 de 2019
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Las Farc desapareció y desaparece vidas humanas, otro tanto hace Patricia Linares desaparece millones de pesos ante la nariz de los órganos de control para proteger narcoterroristas.
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