Finalizando los 80´s en Colombia se cultivaba de 34,000 a 40,000 hectáreas de hoja de coca. En esos momentos la clase política estaba permeada por el narcotráfico, Pablo Escobar era el capo junto con otros carteles. Hoy la cifra está desbordada en cultivos de coca, sobrepasamos las 214,000 hectáreas y vemos un fenómeno muy extraño de nuevos ricos en la clase política colombiana.
Hace unos años don Alfonso Gómez Gómez, hijo ilustre y fundador de la Unab en la ciudad de Bucaramanga, me contaba que se asqueaba de esa clase de políticos que surgió. Hombres que ven en la política una forma para hacer riqueza; que no había partidos políticos sino agremiaciones para buscar fortuna de forma ligera. Era del Partido Liberal y no quería apoyar a ningún candidato para aquella época. Cuánta razón tuvo don Alfonso Gómez Gómez!
Está de nuevo la clase política involucrada con narcotráfico que se esconde en la corrupción del la dádiva del contrato. Misteriosamente aparecen ríos de dinero en épocas de campaña electoral, vemos a Gustavo Petro contando fajos de billetes en bolsas de plástico sin una respuesta legal, vemos candidatos en las regiones que invierten 8 mil millones de pesos para una campaña al Senado de la República mientras manipulan las cifras que otorgan al Consejo Nacional Electoral y curiosamente, nadie sabe cómo se reponen esos dineros; pero sí vemos cómo los “políticos” salen en cadena, defendiendo el no uso del glifosato, único medio efectivo para contener y erradicar los cultivos de coca. Vemos también cómo salen en desbandada, aplaudiendo unos acuerdos de paz que pretendían convertir el narcotráfico en un delito político y nadie se pregunta a fondo: A cuenta de qué y por qué y para qué? Esto no es normal, y el país ya llegó a un límite exponencial de cocaína que se queda en el territorio y nos consume nuestra juventud; juventud que le alza los brazos y aplaude a politiqueros peligrosos como Gustavo Petro, que empujan y defienden las dosis mínimas de drogas. Cómo olvidar la batalla que se dió Petro para defender la peor zona de Bogotá donde reinaba el terror: el Bronx. ¿Por qué su defensa acérrima a intervenir ese espacio de la ciudad? ¿Por qué y para qué? Territorio donde se comercializaba cocaína, marihuana y todo tipo de estupefacientes mientras se mataba a mansalva para hacer ajuste de cuentas.
¿Cuántos Tuertos Gil tenemos en Colombia? Hay muchos y están en todos los partidos. El Tuerto Gil no es de Izquierda ni de derecha; el Tuerto como se le conoce en Santander, tuvo orígenes guerrilleros, pero se desvió cuando se percató de las tajadas que podía sacar en el sector Salud. El Tuerto Gil, dueño y señor de un emporio politiquero en Santander, Guajira y Chocó solo tenía una consigna en la vida: hacer dinero por cualquier medio.
Un agente de la DEA infiltró y dejó al descubierto sólo la punta del iceberg que pronto veremos los ciudadanos de un país que nada en coca junto a su clase politiquera.
Nada es gratis en la vida, menos salir en defensa de una política criminal. El mundo se eclipsó por un Nobel de Paz mal habido; aquí lo que se debió dar fue un Guinness récord a la cantidad de cultivos de coca.
Según las cifras que maneja el Informe del Departamento de Estado de los Estados Unidos, nuestras hectáreas de coca equivalen al área del Vaticano. ¿Y cuántas personas empujan esto? ¿Cómo es que llega un grupo criminal al Congreso de la República sin obtener votos y lanzan candidato presidencial?
Saquen ustedes sus propias cuentas.
Publicado: marzo 8 de 2019