El triunfante y glorioso regreso del presidente Juan Guaidó a su país, ingresando por el aeropuerto Simón Bolívar, sin inconveniente ninguno y esperado por miles de ciudadanos que emocionados se desplazaron hasta ese lugar para acompañar y proteger la integridad física del líder venezolano, es muestra del punto de no retorno en el que se encuentra el hermano país, tiranizado por una cuadrilla de delincuentes encabezada por Maduro, Vladimir Padrino y el capo de capos, Diosdado Cabello.
El presidente Iván Duque celebró el retorno de su homólogo, al escribir en su cuenta de Twitterque: “El emocionante regreso del presidente @jguaido por aeropuerto de Maiquetía hace parte del irreversible camino que emprendió Venezuela hacia la democracia. El respaldo de Colombia y de la comunidad internacional se enmarca en el respeto, la solidaridad y la diplomacia”.
Por su parte, el canciller Carlos Holmes Trujillo escribió: “El regreso del presidente @jguaido a Venezuela y la multitud que lo acompaña son la mayor evidencia de que más temprano que tarde el hermano pueblo volverá a vivir en democracia y libertad”.
Las baladronadas de Maduro y séquito de criminales eran eso: amenazas y palabras al viento. Aseguraban que una vez el presidente Guaidó pisara suelo venezolano, sería encarcelado. Maduro sabe que no puede poner un dedo sobre el presidente legítimo de Venezuela, pues aquello despertará la ira de la comunidad internacional, particularmente de los Estados Unidos. En múltiples ocasiones, el gobierno estadounidense ha aseverado que una acción de fuerza contra Guaidó será asimilada como una agresión a los Estados Unidos.
Y Maduro, que parece mucho a los perritos que ladran pero no muerden, tuvo que tragarse sus palabras. El presidente legítimo de Venezuela regresó a su patria, ingresó por el principal aeropuerto y fue recibido por miles de entusiastas seguidores suyos.
El régimen criminal venezolano agoniza a pasos acelerados. La camarilla que rodea a Maduro es cada vez menos monolítica. Escasea el dinero y aquella, que es una banda de delincuentes, se difuminará cuando sus integrantes confirmen de primera mano que el chorro de dólares con el que Maduro los tenía comprados, ha dejado de irrigar billetes.
La labor diplomática liderada magistralmente por el gobierno colombiano ha dado resultados. Hoy, el tirano que maltrata al pueblo venezolano es un sujeto en proceso de marginalización acelerada y a quien se le cierran todos los caminos y puertas.
Maduro tiene una sola alternativa si quiere salvar su vida: entregar el poder y tratar de negociar -quizás ya sea muy tarde- un destierro en alguno de los países que supuestamente le ofrecen respaldo político: Rusia, Corea del Norte, Cuba, Irán o Turquía.
Publicado: marzo 5 de 2019