¿Dónde está escrito que el hijo del presidente Gaviria, el joven Simón, goza de inmunidad y su fugaz paso por el servicio público no puede ser examinado, investigado y dado el caso, llevado ante la procuraduría o la fiscalía general de la nación?
Ha trascendido que el expresidente Gaviria, muy dado a los ataques de histeria, anda muy molesto con el actual gobierno porque en el departamento nacional de planeación -entidad de la que Simón Gaviria fue director durante el gobierno de Santos- se investigan algunos contratos suscritos por su hijo, los cuales muy posiblemente tienen irregularidades.
Pero no es por lo único que el muchachito heredero de Gaviria debe ser investigado. Su nombre ha brincado en muchos momentos del caso Odebrecht y Simón, como cualquier otro implicado, deberá poner la cara y aclarar las dudas que al respecto pueda tener la fiscalía general de la nación.
Los hijos de los presidentes y expresidentes deben ser medidos con la misma vara con que se mide al resto de ciudadanos. Durante el gobierno de Uribe, sus hijos Tomás y Jerónimo fueron inclementemente denunciados e insaciablemente investigados, por negocios particulares, todos legítimos y sin tacha ninguna.
Los hijos de Uribe, jamás han sido empleados públicos y sin embargo se han visto obligados a dar explicaciones por sus actividades comerciales, como ningún otro colombiano.
Faltaba más que Simón Gaviria le haga el quite a las dudas que existen sobre algunas de sus maniobras gracias a los alaridos desesperados de su padre, el expresidente Cesar Gaviria Trujillo.
El que nada debe, nada teme. Simón Gaviria debe permitir que en planeación nacional se revise hasta la saciedad todas y cada una de sus actuaciones. Así mismo, está en mora de salir del escondite en el que se encuentra y ponerle la cara al país con el fin de aclarar cuál fue su participación en el tema Odebrecht.
La verdad, más temprano que tarde terminará floreciendo en ese espeluznante caso de corrupción transnacional y los nombres de todos los involucrados serán conocidos por la opinión pública, pero sobre todo por la justicia. Nadie puede creer que ese entramado de corrupción, que en otros países tiene a expresidentes en la cárcel, en Colombia se haya limitado a un viceministro y a un puñado de contratistas corruptos.
Santos fue presidente dos veces, en buena medida por el maridaje de él y su entorno con Odebrecht, empresa que irrigó miles de millones de pesos a sus campañas electorales. Todos los responsables de esa operación criminal deben pagar por sus delitos y si el joven Simón Gaviria tuvo alguna responsabilidad, tendrá que responder porque él, a pesar de los berridos de su progenitor, no es un intocable.
Publicado: febrero 11 de 2019