Por cuenta de la salida en falso de Ignacio Greiffenstein, exfuncionario de la oficina de comunicaciones de la presidencia de la República, se ha suscitado un debate en relación con el respeto que debe observarse en los medios de comunicación y en las redes sociales.
Cualquier ataque e insulto merece el rechazo generalizado, pero la norma debe aplicar en todos los casos. Llama poderosamente la atención que los grandes medios de comunicación tengan como norma general el de reaccionar implacablemente frente a las faltas de respeto que se profieren contra personas de la izquierda o la extrema izquierda y guarden silencio cuando los improperios se profieren contra el presidente Uribe o los militantes del Centro Democrático.
No son pocos los periodistas, como es el caso del beligerante Yamit Palacio o el dibujante alias Matador, que no miden sus palabras cuando de fustigar a uribistas se trata.
Palacio, que era tan “prudente” cuando trabajaba en La FM, desde su reingreso a W Radio, ha tratado de posicionarse como el “niño rebelde” que no ha tenido la suficiente inteligencia ni el talento para trazar la raya que distingue al periodista incisivo, del periodista acosador que matonea vulgarmente a quienes no comparten sus ideas extremistas
- Sobre Yamit Palacio, lo invitamos a leer Matoneo
Si en efecto se busca que la campaña por el respeto sea eficaz, los promotores de la misma deben empezar por exigir respeto por el presidente Uribe en particular y el uribismo en general.
Se ha convertido en un lugar común que los uribistas sean encasillados calumniosamente como adláteres del paramilitarismo, sin que aquello tenga consecuencias reales.
La estigmatización le hace un daño irreparable a la vida en democracia. Una cosa es la confrontación ideológica, llevada con argumentos y con altura, pero otra muy distinta es el insulto miserablemente con toda la animosidad posible.
Es pertinente que el señor Greiffenstein haya renunciado como consecuencia de su imprudente insulto a las mujeres que militan en las toldas de Gustavo Petro, dirigente de extrema izquierda involucrado hasta el cuello con la recepción de dineros en efectivo provenientes de la mafia, tal y como se ha denunciado muy documentadamente.
Quienes propenden por el respeto, están en la obligación de observar una conducta intachable. En esto, no se puede implementar una ley del embudo en la que la izquierda tenga licencia amplia para humillar despiadadamente a los uribistas, sin que no se alce una voz que exija el respeto debido.
Así las cosas, bienvenida sea la invitación a la mesura y se espera que quienes la están promoviendo, como es el caso del agresivo Yamit Palacio, empiecen por dar ejemplo haciendo un esfuerzo intelectual de llevar el debate por el cause de los argumentos y no por las cañerías de los insultos cobardes.
Publicado: febrero 12 de 2019