La de la Colombia Humana, es la tradicional pelea de gamines, en la que no se respeta regla ninguna y en la que las partes en contienda se sacan, al decir popular, los trapos al sol.
El origen de esta disputa fue la denuncia por violencia intrafamiliar contra el exdocumentalista de las Farc y actual concejal de Bogotá, el rabioso petrista Hollman Morris.
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Luego de que la valiente esposa de Morris se atreviera a contarle al país los detalles de las vejaciones de que ella y sus hijos son objeto por parte del desadaptado Morris, otras mujeres que alegan haber sido víctimas de ese sujeto salieron a denunciarlo, entre ellas la agresiva María Antonia García, hija del cuestionado Bernardo García.
La justicia tiene la última palabra y será la rama jurisdiccional la que determine cuál debe ser el castigo que se le imponga a Morris, un sujeto que, al decir de su propia esposa, es un consumidor incontrolable de drogas alucinógenas.
El país entero se indignó con las revelaciones que muestran la doble y siniestra vida de Morris. Miembros de su cuerda política, que claramente conocían de tiempo atrás su comportamiento deleznable, con todo el oportunismo del caso marcaron distancia de Morris, para evitar que el escándalo los salpique. ¿Puede Gustavo Petro, mentor y guía de Morris, jurarle al país que no ha participado en las bacanales organizadas por su prohijado? Lo de Morris era un “secreto a voces”, un comportamiento que todas las personas cercanas a él conocían y, en muchos casos, acolitaban.
Otro de los que trató de desmarcarse de Morris es el libretista y explotador de la pornomiseria criolla, Gustavo Bolívar, hoy disfrazado de congresista. A través de los funcionarios que integran su unidad de trabajo legislativo, se dio a la tarea de cuestionar a su otrora copartidario Hollman Morris quien anunció acciones penales y disciplinarias contra los subalternos de Bolívar, ese mismo que se hizo multimillonario escribiendo libretos de novelas en las que se hace apología de la prostitución, el narcotráfico y demás depravaciones que suficiente daño le han hecho a nuestra martirizada sociedad.
Está muy bien que sean los propios compañeros de lucha política los que se encarguen de atajar a Morris, pero también produciría mucha satisfacción que el cuestionado concejal empezara a ventilar detalles de sus conmilitones que hoy lo están juzgando.
La izquierda, esa misma que posa de abanderada de la lucha contra la corrupción, es una banda inmunda de corruptos, liderada por Gustavo Petro, sujeto acostumbrado a recibir dinero de la mafia en bolsas de plástico.
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La falsa percepción que existe sobre los “progresistas” colombianos empieza a desmoronarse. En público, sujetos como Morris se rasgan las vestiduras explotando el discurso del feminismo, pero en privado incurren a la más deleznable forma de victimización a la mujer: la promoción de la prostitución.
No importa quién gane o pierda en la pelea que hay al interior de la izquierda colombiana. Al final del día, todas las partes en contienda son culpables por acción u omisión de los mismos hechos por los que el cuestionado Hollman Morris hoy está en el ojo del huracán.
Publicado: febrero 7 de 2019