Llevo varios años pronosticando el final de la dictadura del déspota Nicolas Maduro. Y lo he hecho innumerables veces repitiendo el mismo argumento de siempre: “Maduro va a caer, porque el modelo ya no da más, y la gente ya no aguanta más”. Pero la gente ha aguantado más, y por lo tanto el tirano se mantiene en el poder.
Es importante resaltar que aún bajo las circunstancias actuales de crisis, el gobierno de Maduro mantiene cerca de un 20% de popularidad. Según el FMI, basándose en las estadísticas que han producido los economistas Anne Krueger y Keneth Roggoff, en la historia moderna solamente existe un evento de colapso económico más absurdo que el que se está viviendo hoy en día en Venezuela: la guerra civil en Siria. Según los datos, la economía de Venezuela se ha contraído un 63% en términos reales desde el 2016. Para comparar, la guerra civil de los 30s en España contrajo la economía en un acumulado del 35%, y la gran depresión de EE. UU. implicó una contracción del PIB del 29%. La guerra civil en Siria ha generado una caída del 75% en el PIB.
Petro y sus aliados dicen que el colapso de la economía de Venezuela es función de su dependencia del petróleo, y no una función del modelo. Lo extraño acá viene siendo que economías como la de Canadá, Qatar, o Emiratos Árabes, no han dejado de crecer, a pesar de su Petro dependencia. El verdadero problema de Venezuela, así los progresistas de Colombia lo quieran negar, es que el modelo implementado en ese país, el modelo de la envidia y del resentimiento, fracasó rotundamente.
“Ese edificio qué es?”.…“Ese edificio es una joyería, un comercio, mi comandante Chávez”…..“Veo, entonces es un negocio privado, pues EXPROPIESE!!!” Cualquier persona de más de 35 años y con algo de racionalidad, se debe poder acordar de esas palabras que salieron de la boca del tirano Hugo Chávez hace ya más de una década. Esas palabras de odio, resentimiento, y, más grave aún, de física ignorancia, explican el hecho que un venezolano promedio hubiera perdido más de 11 kilos de su peso durante el 2017. Y ni hablar de la tragedia que están sufriendo los enfermos de cáncer o sida que hoy no encuentran medicinas, o los pacientes de diálisis, que ya no tienen acceso al cuidado médico que tanto necesitan.
La tragedia humanitaria que está viviendo Venezuela va a pasar a los libros como el peor horror autoinfligido de la historia. Porque es necesario que dejemos las cosas claras: Venezuela está hoy como está porque la mayoría de los venezolanos votaron libremente para que el chavismo llegara al poder, votaron a favor de la política del resentimiento, de la envidia, de la mediocridad, de la pereza. Que ese hermoso país haya colapsado de la forma en que colapsó es algo extremadamente triste, pero, nuevamente, la culpa es y seguirá siendo del votante del común de ese país.
Ocho millones de colombianos le dieron su voto al Nicolás Maduro de Colombia en las elecciones presidenciales pasadas. Ese es un hecho certero, e implica que nuestro país NO está vacunado en contra del chavismo. Es más, me atrevería a argumentar que muchos jóvenes de nuestro país, por culpa de una inentendible rebeldía, quieren que Colombia siga el camino de Venezuela. Quizás tenga que ver con que las nuevas generaciones, unas que crecieron entre Instagram y Facebook, de verdad piensan que a punta de “amor” y “abrazos” se pagan las obligaciones en la vida. Qué susto.
Publicado: febrero 12 de 2019