En medio de sus delirios y del desespero que le ha generado la revelación del video en el que él aparece recibiendo un bulto de dinero en efectivo proveniente de la mafia, Gustavo Petro ha caído demasiado bajo.
Al igual que su prohijado político Hollman Morris -que aseveró que gracias a la supuesta persecución de que fue objeto durante el gobierno de Uribe, él se convirtió en un incorregible drogadicto-, Petro intenta achacarle todas las culpas de lo que sucede en Colombia al uribismo, entre ellos los crímenes de lesa humanidad cometidos por las Farc.
Si hay un delito por el que los cabecillas de las Farc tarde o temprano deberán responder ante la justicia internacional es, precisamente el del reclutamiento forzado de menores, crimen que esa organización terrorista cometió de manera sistemática y generalizada a lo largo de las últimas décadas.
De acuerdo con las cifras recabadas por distintas organizaciones humanitarias, más de 7 mil niños fueron reclutados contra su voluntad por las Farc.
Durante las conversaciones de La Habana, el hoy prófugo Iván Márquezcon todo cinismo aseguró que las Farc básicamente prestaban servicio de guardería debido a que centenares de niños llegaban libremente a sus campamentos, buscando cobijo y comprensión.
La verdad es diametralmente opuesta y en buena medida la hemos podido conocer gracias al valeroso trabajo de denuncia de las mujeres que integran a la corporación Rosa Blanca, una ONG que recoge a centenares de mujeres que fueron víctimas de reclutamiento forzado por parte de las Farc y que sufrieron toda suerte de vejámenes y abusos a manos de los cabecillas guerrilleros que las esclavizaron sexualmente durante años.
A la cínica e inadmisible explicación de aliasIván Márquezse le ha sumado la del corrupto Gustavo Petro quien recientemente en su cuenta de Twitter escribió que “una encuesta en la zona de distensión encontró que las mujeres se metían a las Farc porque allí había suministro de toallas higiénicas y en la casa campesina no lo había por la pobreza y el machismo rural”.
Resulta absolutamente inaceptable que un sujeto que se presenta como el vocero de una estructura política -financiada eso sí con dineros de oscura procedencia- que se denomina “Colombia Humana”, sea tan abusivo e indolente.
En Colombia hay miles de mujeres campesinas que fueron sacadas a la fuerza de sus hogares para ser utilizadas como objetos sexuales por parte de los delincuentes de las Farc. En el M-19, banda terrorista que comandó Petro, también sucedió lo mismo y los autores de semejantes bellaquerías jamás pagaron por ello gracias a la inmerecida amnistía que les fue obsequiada en el gobierno liberal de Virgilio Barco.
Petro, cuyo segundón Hollman Morris está en la mira de la justicia por actos de violencia contra su esposa y sus hijos, ahora busca convertirse en el validador de las Farc y en el encubridor del más aberrante de los crímenes de lesa humanidad: el reclutamiento forzado de mujeres que fueron utilizadas como esclavas sexuales.
Publicado: febrero 19 de 2019