Más que justo, no solamente después de la extraordinaria labor desempeñada a lo largo de la construcción del Proyecto Hidroeléctrico Ituango (Hidroituango), obra de ingeniería de proporciones nunca antes acometida en este país, y del impecable manejo dado a la adversidad presentada, que EPM recibiera ese espaldarazo (tardío a mi juicio, pero, respaldo al fin y al cabo), por parte de los 32 gremios y cinco Cámaras de Comercio de Antioquia afiliadas al Comité Intergremial del departamento, quienes el pasado martes, reunidos en el Centro Empresarial de la Cámara de Comercio de Medellín, ratificaron su decisión de apoyo al proyecto a pesar de la situación técnica que afronta.
Un bálsamo, además, para esos incansables trabajadores, los que han dado la cara y los que permanecen anónimos, después de haber enfrentado con estoicismo y gallardía, tanto los tropiezos de la obra, como la durísima arremetida de buena parte de la politizada prensa capitalina, que pareciera estar ávida de noticias que perjudiquen esta región y sus líderes, y la de la rancia izquierda colombiana que como hienas hambrientas merodearon expectantes alrededor de la “presa”, esperando el momento de su desplome para poder saborear el fracaso de sus opositores y, a su vez, cosechar réditos políticos en las elecciones que se avecinan.
Repugnante la caterva de ambientalistas advenedizos que brotaron a raíz de la contingencia, incluidos los narcoterroristas de las FARC, responsables de los más atroces e irreparables daños ambientales en la historia nacional, reclamando enardecidos, por “la irremediable catástrofe ambiental”, haciendo el simbólico sepelio del río Cauca y otras tantas ramplonerías, ante la disminución transitoria del caudal del río Cauca, drástica medida a la que, como es bien sabido, se tuvo que recurrir en pro de asegurar la vida humana, pero, al mismo tiempo, dejando certeza de que se hacían responsables de subsanar todas las consecuencias derivadas de dicha determinación.
En resumidas cuentas, deplorable el espectáculo brindado por unos y por otros, ante una dificultad de semejante envergadura. Que, en vez ofrecer su ayuda incondicional y de convocar a la solidaridad nacional para sortearla de la mejor manera, se dedicaran a hacer leña del árbol caído, a vaticinar macabros escenarios, a hacer las más ácidas críticas, no solamente al proyecto, sus constructores y los dirigentes locales, sino también, al pueblo antioqueño, es francamente inadmisible.
La semana entrante (28 de febrero), se conocerán los resultados del estudio de la firma chilena SKAVA, y se sabrá exactamente qué fue lo que sucedió en Hidroituango.
De todas maneras, desde esta pequeña tribuna, propugnaré por la unión y los buenos deseos para que esa obra que, sin lugar a dudas, aportará inmensos beneficios para la región y para el país, salga airosa, aunque a muchos les toque quedarse: ¡con los crespos hechos!
P.S. Invito a los demócratas colombianos, a los venezolanos y a los del resto del mundo, para que nos hagamos presentes, así sea espiritualmente, y acompañemos a nuestros hermanos venezolanos en su súplica por la libertad y la democracia.
Publicado: febrero 23 de 2019