A diferencia de cualquier otro partido político en la actualidad, el Centro Democrático ha logrado rodearse de una militancia convencida en unos ideales políticos que difícilmente se pueden tranzar. Esa militancia fue la misma que, por un profundo amor al país, salió a las calles en varias ocasiones para contrarrestar la desinformación estatal durante el gobierno Santos. Las marchas y plantones, los microperforados, las camisetas y gorras, la actividad en redes sociales, los megáfonos, las recolecciones de firmas y el puerta a puerta para explicar los alcances del acuerdo de paz, se convirtieron en una forma de vida para muchos de nosotros que no concebíamos un viraje del rumbo que nos llevaría por el mismo camino de Venezuela. La lucha fue incesante y a cambio de ninguna contraprestación, es más, por el contrario, todo lo financiamos a punta de colectas. ¿Qué partido político puede enorgullecerse y decir que cuenta con tanta entrega?
La militancia del Centro Democrático, que en el momento de la reelección de Santos era un movimiento político que nació por una recolección de firmas, se comportó a la altura llevando a nuestro candidato Oscar Iván Zuluaga a la victoria en la primera vuelta. Lamentablemente, como bien sabemos, la segunda vuelta la perdimos por una combinación de elementos que pasan por la corrupción electoral de personajes como los Ñoños, las Musas y Gustavo Petro (al que Santos agradeció efusivamente) y por el montaje del Hacker al que la prensa diabética de mermelada le dio una difusión parcializada con el objetivo de acabar con la imagen de Zuluaga.
En el momento del Plebiscito, aunque la postura de algunos dirigentes del partido Centro Democrático era la de abstenernos de votar, la militancia decidió salir y exponerse a ser vencidos pero no sin antes dar la pelea – si íbamos a morir, que fuera con las botas puestas –. Y así lo hicimos, nos tomamos las calles para explicarles a los ciudadanos que no tenían el tiempo o el suficiente discernimiento para leerse el ladrillo de casi trescientas páginas, el verdadero alcance de ese documento emanado de La Habana, Cuba. En una lucha de David contra Goliat, el dos de octubre de 2016 le propinamos la primera gran derrota al gobierno Santos que no tuvo reparos en gastarse lo inimaginable para tratar de convencer al país que para acabar “la guerra” (que no terminó) teníamos que tragarnos unos sapos como ver a criminales de lesa humanidad con curules gratis en el Congreso.
El dulce de la victoria duró poco, porque como todos sabemos, la voluntad del pueblo que fue a las urnas no fue tenida en cuenta y Santos implementó el acuerdo con unos cambios cosméticos que no tocaron los puntos más álgidos como la creación de la JEP. De ese momento en adelante comenzó una cuenta regresiva de los días que le faltaban para terminar el mandato a Santos y así nosotros tener la oportunidad de – nuevamente – mostrar de lo que estamos hechos y enfrentarnos a las elecciones presidenciales y su abreboca, es decir las de congreso. Ganamos y ganamos, de nuevo, sin dinero y sin burocracia.
Las elecciones locales de octubre, que en tiempos políticos se encuentran a la vuelta de la esquina, va a ser nuestro próximo escenario para enfrentarnos de nuevo a la izquierda complaciente con el régimen de Nicolás Maduro. Ya ellos comenzaron con su campaña de falsas premisas para que Colombia se mantengan al margen de un conflicto que afecta directamente nuestros intereses. Como bien lo dijo el Senador Fernando Araujo en un trino: “¿Por qué Duque se mete en el problema de Venezuela? “Primero por los valores y por tres razones prácticas i) recuperar comercio bilateral de 7.000 millones de dólares, ii) evitar una diáspora insostenible y iii) derrotar al terrorismo que el régimen Maduro protege” Juan Guaidó.” A estas razones de peso le tenemos que añadir que en Venezuela se encuentran más de un millón de colombianos que están sufriendo los rigores del régimen genocida.
En las elecciones de octubre, que son el abreboca para las próximas presidenciales nos estaremos jugando el todo de nuevo y este es un llamado para que esa militancia vuelva a cerrar filas en torno a un objetivo común: Colombia tiene que continuar siendo un país libre para que dentro del marco de esa libertad podamos continuar trabajando unidos por un mejor país.
Publicado: marzo 1 de 2019
«TIRO EN EL PÍE»
Como uribista por convicción que soy, siento una gran decepción con el resultado de la encuesta que realizó nuestro partido para elegir candidato a la Alcaldía Mayor de Bogotá.
Con todo respeto no acompañaré el «entusiamo» al que invita nuestro máximo Líder doctor Álvaro Uribe Vélez para que apoyemos a la candidata Ángela Garzón.
La Garzón es el repetitivo y clásico error ‘JM Santos’ que en su momento afortunadamente no acompañé por considerarlo un traidor. No entiendo que pasa o esté pasando en las directivas de nuestra colectividad cuando la base más abundante y fiel del del partido Centro Democrático pregona el estado de incertidumbre.
se debe ser cuidadosos con la intervención militar en Venezuela, no es un movimiento sencillo, en Siria duró varios años y EEUU perdió. Es necesario tener una mejor panoramica