A propósito de la emisora La W, esta semana en Twitter se convirtió en tendencia un hashtag que surgió como protesta por parte de cientos de miles de colombianos que nos cansamos de la “imparcialidad” periodística y del bullying permanente a los cuales son sometidos a diario los militantes y dirigentes del Centro Democrático, así como los colombianos que creemos en unos valores conservadores al interior de la sociedad.
#NoOigoLaWes el hagshtag que puso a temblar a los voceros de opinión más populares de esta casa radial, 100% ligada al poderoso Grupo Prisa, editorialmente comprometido con una agenda axiológica cercana a los postulados que enarbola el antipático “progresismo” mundial, en cabeza de políticos y magnates que nada tienen que ver con las raíces de nuestra civilización occidental.
#NoOigoLaWporque este medio se alejó de las lecciones de los atenienses cuando hablaban de autenticidad. La W se convirtió en una copia burda de lo que son los medios internacionales que lo único que quieren imponer son antivalores, pasando por encima de lo que sea y de quien sea.
Al escribir estas líneas, recordamos el término authentikos,empleado con tanto rigor por los filósofos de la antigua Atenas.Sintetizaban el concepto en una frase: la autoridad que cada individuo ejerce sobre sí mismo. Si observamos con atención, tal afirmación implica aceptarse en cuerpo y alma, contar con la suficiente entereza de carácter para acoger la vida como un don y, lo que es más difícil, asumir el pasado y proyectar el futuro con responsabilidad y optimismo. En La W se olvidaron de esto hace mucho rato (ni Uribe ni el Centro Democrático tienen la culpa, aclaramos…).
Ojalá que quienes están al frente de La W entiendan que millones de ciudadanos que somos partícipes de la Democracia colombiana formamos parte y somos producto de una cultura, de una manera de entender el mundo diferente a lo que ellos quieren imponer, a la fuerza, a través de ataques y críticas concertadas, muchas veces sin ningún tipo de asidero.
#NoOigoLaW, porque esa emisora perdió el respeto por gran parte de su audiencia. Aquí no caben salidas en falso, ni copias, ni intentos de querer ser lo que no se es. Aunque les arda, Colombia sigue siendo un país que cree en sus raíces judeo-greco-cristianas.
Somos mayoría los que consideramos que el individuo auténtico logra integrar instintos y espíritu, para abrir la puerta de la paz interior en pleno uso de su libertad. Porque la persona que se respeta a sí misma es consciente de su fuerza, fundamenta su existencia en la comprensión plena de sus antepasados y no en modas pasajeras que nada tienen que ver con lo aprendido: La frente en alto, la mirada limpia; palabra, pensamiento y acción unidos por el lazo de la coherencia. Todo, haciendo parte de una esencia que nos hace únicos e irrepetibles, dando pleno sentido a lo que hemos construido a lo largo de los años…
La gallardía que se deja en cada acto anónimo y pequeño de la vida; el señorío que acompaña las actividades sociales y cívicas en las que se participa; la rectitud que enmarca las actuaciones en el trabajo; el pundonor que caracteriza la creación de la familia; la alegría a la hora de celebrar el triunfo; la templanza a la hora de enfrentar la adversidad: el sello de la formación que se ha recibido en casa, lejos de la miseria porno-periodística imperante en muchos medios…
Con todo respeto:Pequeños rasgos de lo que somos, infinitos motivos para no dejar de serlo nunca: amantes de las libertades democráticas, defensores de la vida y de la prensa que impulsa la sana convivencia y la paz que nace del respeto por la razón y no por los caprichos de una ideología adversa a la naturaleza humana.
“No hay nada repartido de modo más equitativo en el mundo que la razón: todo el mundo está convencido de tener suficiente”. René Descartes.
Publicado: enero 30 de 2019