El definitivo ascenso de Juan Guaidó a la presidencia de Venezuela, sería también un suceso relevante para el Estado colombiano: alivianaría el gasto nacional, mejoraría las relaciones diplomáticas con el vecino país y permitiría articular labores para neutralizar las redes de narcotráfico que operan en ambos territorios.
‘Muerto el perro, se acaba la rabia’ es un dicho popular que se utiliza en Colombia para explicar que a los problemas se les saca de raíz, desde su propia génesis, que para el caso de Venezuela está representada en Nicolás Maduro, actual personificación del comunismo destructivo de las últimas dos décadas en ese país.
Para esta ilustración, la ‘rabia’ estaría enmarcada en el arribo de más de un millón de venezolanos a suelo colombiano; el hambre, el desempleo, el éxodo, la impotencia, las necesidades, el trabajo mal remunerado, la enfermedad y todos los demás flagelos desencadenados por la profundización de la crisis en ese territorio.
La ‘rabia’ serían también los efectos producidos por el rol preponderante del presidente Iván Duque en el proceso de recuperación democrática de Venezuela, tales como la aniquilación de las relaciones diplomáticas entre ambas naciones, la incertidumbre y la tensión, en la que también influyó el probado ocultamiento de líderes de las Farc y el Eln en territorio bolivariano.
Aunque es seguro que en un posible mandato de Guaidó, Colombia erradique el grueso de los problemas que le surgieron como consecuencia de la crisis vecina, la ganancia más representativa para nuestro país estaría reflejada en la capacidad de neutralizar al narcotráfico, impulsado desde zona de frontera por las mencionadas guerrillas, que lo emplean como uno de sus métodos de financiación.
Y es que la complicidad del régimen bolivariano -el ‘perro’- con el narcotráfico no es secreto para nadie. La Fundación InSight Crime documenta que esas relaciones vienen desde los años noventa y que contaron con la venia del expresidente Hugo Chávez, y ahora con la de Maduro.
De ese modo, no resulta extraño que en lugar de ser apartados del Gobierno, sigan en ascenso personajes como Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela, y Néstor Reverol, excomandante general de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y actual Ministro del Interior, Justicia y Paz, ambos en la mira de los Estados Unidos por el delito de narcotráfico.
Para efectos del ejercicio, desde Chávez hasta Maduro, pasando por ciertos comandantes de las Fuerzas Militares y algunos altos funcionarios del Gobierno venezolano, todos son el ‘perro’.
La ‘rabia’ en cambio la sienten 30 millones de venezolanos y los colombianos que hemos sido víctimas de una guerra patrocinada por el narcotráfico. Todos, afectados de una u otra manera, estamos convencidos de que el ‘perro’ –el régimen bolivariano- no aguanta más, está devastado y pronto tendrá su fin para que, de una vez por todas, pueda extinguirse tanta ‘rabia’.
Publicado: enero 31 de 2019