La “República independiente de Marquetalia” fue la denominación histórica que se le dio a una zona conformada por un conjunto de municipios del Huila y el Tolima donde como consecuencia de una nula presencia del Estado surgieron, a mediados del siglo pasado, brotes incontrolables de insurgencia terrorista que posteriormente el País conocería como las Farc.
Está descripción histórica , más allá de ser interesante para conocer el devenir de la Patria en el siglo XX, se debe recordar con suma profundidad para aprender las lecciones que deja el pasado y que se deben tener en cuenta para no cometer errores en el futuro.
En especial, quizás la mayor enseñanza que nos dejó ese episodio es que como Estado es completamente inadmisible que existan zonas del territorio nacional donde la Fuerza Pública no ejerza control y, consecuentemente, no sea la autoridad legitima de las instituciones constitucionales quienes establezcan el orden.
Ello, no solamente por ser su deber, sino porque, de no hacerlo, la ausencia de autoridad estatal es asumida por la criminalidad, quien aprovecha la absoluta desprotección en que se encuentran los habitantes de esos lugares para ejercer como dueños absolutos del territorio y establecer allí los centros de operación de sus actividades ilegales.
Esa situación, desafortunadamente, hoy se sigue repitiendo, no en el Tolima Grande, sino en Norte de Santander, donde la región del Catatumbo está convertida por completo en una segunda Marquetalia: un lugar con una presencia miserable del Estado y un control absoluto por parte del narcoterrorismo.
Esta realidad fue una de las más notables consecuencias del dichoso acuerdo con las Farc, quienes, junto con los demás grupos criminales de la zona, aprovecharon por completo la cesación de las operaciones militares por orden de Santos para convertirse en los dueños absolutos de una zona que es geográficamente fundamental para transportar la droga de Colombia a Venezuela.
Sencilla prueba de ello fue el secuestro de tres personas esta semana junto con el millonario robo a un helicóptero de transporte de valores. ¿Fueron las Farc, las disidencias, el ELN, los Pelusos? La verdad, no importa, porque todos esos actores son igual de detestables y todos persiguen el mismo propósito: enriquecerse a costa del sufrimiento de personas inocentes.
Por eso, es fundamental que esta nueva cúpula militar, que ha comenzado con el pie derecho al dar de baja a Guacho, se enfoque inmediatamente en recuperar el control territorial del Catatumbo. Por supuesto que es una labor sumamente complicada, pero, asimismo, es completamente necesaria para recuperar la seguridad en un País y combatir de manera contundente ese flagelo llamado narcotráfico.
No podemos permitir como Nación que la debilidad de gobiernos anteriores condenen a una población inocente a vivir bajo el yugo de la criminalidad. No es guerra, es seguridad y soberanía y sobre todo la protección de un País que merece vivir libre de narcotráfico y terrorismo.
Publicado: febrero 1 de 2019