Qué oportunidad histórica perdió esa bella mujer de caderas templadas, brazos fornidos y tersos, que lleva con estoicismo una venda en los ojos para no ver nada que le perturbe su tranquilidad, pero sobre todo su conciencia. Y que porta en la mano una balanza que no se mueve para ningún lado porque esta carcomida por el óxido.
Oportunidad para hacer justicia a ciertos personajes de mucha importancia en la vida nacional, que sirviera como ejemplo, y que evidentemente han caído en dolo y han pasado el límite de lo indudable. Si eso se hubiera hecho, las cosas hoy serian a otro precio. Y no hubiese caído el país en esta desbancada de la justicia, que al quedar impune tantos casos de indiscutible evidencia, produce un enorme desorden institucional y la desobediencia civil que hoy vemos, quitándole total credibilidad al sistema.
Pero la historia de los desaciertos de esta insigne mujer es de vieja data; nunca, aunque se tenían innegables sospechabas de sus autores intelectuales, se supo con total y comprobada certeza quienes asesinaron a Gaitán, a Uribe Uribe, incluso a Gómez Hurtado. Esos fueron tres besos amargos de esta atractiva pero esquiva mujer. O si se hubiese dilucidado el fraude electoral en 1970 a Rojas Pinillas, que trajo fatales consecuencias para la vida nacional.
Si la justicia por ejemplo hubiera castigado a Ernesto Samper después de los demasiado evidentes y vergonzosos eventos del proceso ocho mil (este caso es el epitome, el punto de quiebre que produce la gran crisis y prostituye el sistema), las gentes, le temieran a esa mujer, otrora virtuosa que fue la justicia. Hoy llena de mucha vergüenza.
O a Juan Manuel Santos con el vergonzoso caso de Odebrecht y su segunda reelección. O castigar los hechos inescrupulosos del hacker Sepúlveda y su cómplice el almirante Echandía.
O que de una vez por todas se clarifique si el presidente Uribe participo o no en el paramilitarismo. O si Uribito desfalco al sistema de agricultura (los gringos dicen que no, les creo más a ellos). O el hecho sin precedentes que tiene que ver con la destitución e inhabilidad para ocupar cargos públicos del alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, por el evidente despilfarro del erario en la implementación del nuevo sistema de basuras. O que el caso de Interbolsa no solo hubiera tenido el castigo que merecen sino que hubieran devuelto todo el dinero robado a los ahorradores.
Pero lo peor que le ha pasado a esta insigne mujer, es que ha sido cautivada por un esposo peligroso, que le gustan los coqueteos con el marxismo y que le hace ver las cosas de otra manera, porque el amor se permite esas licencias.
Hemos llegado a tal punto de quiebre que el mismo Fiscal General de la Nación, con mucha razón está hoy cuestionado.
O el caso patético del fiscal Moreno que debía velar por la corrupción, sorprendido en ella. O los nefastos magistrados del Cartel de la Toga, vendiendo al mejor postor los fallos judiciales. Si algo le ha hecho mal a esta democracia es el comportamiento de esta desvergonzada mujer, hoy prostituida y embriagada de poder.
Pero peor que el mismo acto de corrupción, que ya es mucho decir, es que la justicia se haya dedicado a perseguir como una policía política secreta a los que no están de acuerdo con su nefasto comportamiento.
¿Qué pasa entonces cuando la madre se convierte en puta?
Publicado: diciembre 13 de 2018
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