El pasado martes 11 de diciembre durante un acto de “reconciliación” y después de haber escuchado un largo discurso por parte de los miembros de las FARC, los congresistas del Centro Democrático fuimos atacados por parte de algunos asistentes a las barras. Nos arrojaron cuatro ratones blancos de laboratorio, vivos y envueltos en confeti. Hecho despreciable y canalla que obligó a levantar la plenaria, revelando no solo la vulnerabilidad de nuestro sitio de trabajo, sino la intolerancia por quienes pensamos diferente y una afrenta contra la institucionalidad y la democracia.
Lo que más me preocupa, es que los asistentes nos demostraron algo que se ha venido evidenciando en las calles con ataques a los policías, insultos a la fuerza pública, grafitis a los edificios de gobierno y vandalismo contra los bienes públicos, entre otros actos. Lo que pasó ese martes es un tremendo irrespeto y desprecio por la institucionalidad que representa el mármol del Congreso como templo sagrado de nuestra democracia. Y desde luego, un evidente acto de maltrato animal y desprecio por la vida de otros seres.
Que este atropello haya sucedido durante un acto de reconciliación es, por decir lo menos, el acto de incoherencia más grande que he presenciado por quienes se definen como “promotores de la paz, la convivencia y la reconciliación”.
Lo triste y paradójico es que este no fue el único acto de incoherencia que tuve que presenciar esta semana. Este fue solo el primero.
El miércoles antes de iniciar la discusión sobre el proyecto de ley que busca crear la segunda vuelta para la elección de Alcalde de Bogotá, las bancadas de la izquierda decidieron ausentarse del recinto para desarmar el quorum y evitar que el proyecto pudiera tan siquiera discutirse. Esta situación se repitió el día jueves y el viernes cada vez que se iba a discutir un proyecto que buscara fortalecer la institucionalidad colombiana. Este proyecto NO les interesa a los llamados “sectores alternativos”. Seamos claros, no les interesa por puro interés y cálculo electoral. No les conviene la segunda vuelta pues los aleja de volver al poder.
Así, la llamada bancada alternativa, si, esa misma que se asume como “adalid” de la moral colombiana y una camarilla de impolutos, impidió el avance legislativo de esta semana. Usando las mañas de la politiquería que tanto critican, se convirtieron no solo en un palo en la rueda para el gobierno nacional (que ha decidido cumplir su promesa de gobernar sin mermelada), sino también en un obstáculo para la promulgación de leyes que benefician a toda la nación.
Para la izquierda, en este momento es más importante incendiar y sabotear la institucionalidad con el único objetivo de generar caos y desconcierto, golpear al gobierno, que dejar de avanzar proyectos estratégicos que beneficien al país.
Esto es una total incoherencia y una burla. Lo cierto es que son capaces de todo, incluso de ir en contra de lo que ellos crearon. Su talante, escrúpulos y cálculo político son iguales al de los politiqueros que tanto cuestionan. Su conciencia no dudó ni un segundo en sabotear el viernes la reforma política, que incluye muchos de los acuerdos logrados después de la consulta anticorrupción. Es decir, los mismos promotores de la consulta se paran y se van del recinto con el fin de sabotear el quórum y así evitar que se vote la misma. Esto es un completo descaro.
El ultimo hecho que vivimos esta semana y que no es otra cosa que una muestra de irrespeto a la institucionalidad. El Senador Petro quien no ha hecho más que campaña presidencial con miras al 2022, se quedó muy orondo sentado mirando desafiante y sin aplaudir, el ascenso de nuestros oficiales de la fuerza pública. Mientras el Senado en pleno aplaudía a nuestros héroes y lo que representan como guardianes de la Constitución, el arrogante Senador le mostraba a Colombia una vez más su desprecio por nuestras fuerzas armadas y su tradición.
Debemos Pararle-Bolas a la defensa de nuestros valores que sustentan la estabilidad y la evolución institucional. Debemos tener cuidado con los grupos alternativos que solo están buscando generar desorden, caos e incendiar las instituciones y la democracia para reemplazarlas totalmente por experimentos y quimeras. Ellos lo único que pretenden es fortalecer sus aspiraciones electorales minando la confianza en las instituciones, incendiando las calles y el Congreso con actos infames de irrespeto, mediocridad e incoherencia. Ojo pues.
Publicado: diciembre 17 de 2018
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