En reiteradas ocasiones hemos dedicado nuestra columna a la trágica situación que padece Venezuela, nuestros escritos no pararan, nuestra voz no se acallará y nuestras acciones no cesarán hasta que la narco-dictadura chavista haya caído y el pueblo venezolano vuelva a estar en libertad.
Venezuela fue sin lugar a duda uno de los países más ricos de América Latina, luego de la segunda década del siglo pasado el auge del petróleo consolidó al hermano país como uno de los de mejor crecimiento en la región, logrando de esta forma que fuese el de mayor renta per cápita. Tan era así, que atraía habitantes de naciones vecinas y hasta europeos migraban al país petrolero.
Es cierto que rondaba la corrupción ejercida en algunos casos por adecos y copeyanos, pero esos son vicios que el propio sistema democrático se encarga de subsanar con base en la tridivisión del poder y el procedimiento de pesos y contrapesos. Sin embargo, fue ese el caldo de cultivo que permitió que el chavismo se hiciese con el poder, para posteriormente implantar un sistema autocrático que aún no termina.
Hoy Venezuela es un país desolado, su situación es similar a la de algunas naciones de la posguerra, su economía es un rotundo fracaso, el sistema democrático se suprimió y fue remplazado por una cleptocracia que se financia con los dineros del narcotráfico y se sostiene por con elementos de represión y fraude. Pero peor que todo esto es la enorme crisis humanitaria que padece el pueblo venezolano.
Centenares de miles de venezolanos huyen de su país dejando atrás a sus familias y todo lo que durante años construyeron, hasta ese punto los ha obligado el despotismo del régimen inclemente que encabeza el sátrapa Nicolás Maduro. Generalmente la migración se concentra en países fronterizos como Brasil y Colombia, siendo este último el de mayor predilección por una diversidad de factores; también hasta Perú, Ecuador y Chile llegan los migrantes.
Colombia y Venezuela son dos países que tienen su surte ligada, históricamente han permanecido como naciones hermanas ante el devenir de las circunstancias y por supuesto esta ocasión no es la excepción. La frontera colombo-venezolana tiene 2.219 kilómetros, de esta forma es entendible porqué el principal destino de quienes huyen de la tiranía sea nuestro país.
Esta es una situación que no resiste mucho tiempo más, no hay institucionalidad en ningún país de la región que sea capaz de soportar el enorme flujo de migrantes y todo lo que de esto deviene, pero sobretodo son los venezolanos quienes tienen derecho a recobrar la patria que les pertenece y que fue raptada por una banda de malhechores que se hicieron con el poder y atrincherados desde el Palacio de Miraflores se resisten a entregarla.
Los esfuerzos de los gobiernos vecinos y los organismos multilaterales han sido sobresalientes, el gobierno colombiano en cabeza del presidente Duque lidera la denuncia contra el dictador Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional. También desde la Organización de Estados Americanos, el Secretario de este organismo ha ejercido ingentes esfuerzos por reestablecer la democracia en el hermano país, para este propósito se ha encontrado con un gran aliado, el Embajador de Colombia Alejandro Ordóñez.
Particularmente considero que no deben ahorrarse esfuerzos para liberar al pueblo venezolano de la tiranía, es hora de aprovechar la recuperación de la región por el camino del orden, deben haber acciones concretas que erradiquen el problema de raíz y permitan que Venezuela vuelva a ser libre.
Publicado: noviembre 23 de 2018
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