Resulta inadmisible que los bandidos de las Farc, criminales de lesa humanidad que hasta el momento han gozado de una insoportable impunidad en virtud de la inoperancia y complicidad de la ilegítima jurisdicción especial para la paz, se atrevan a decir que llamarán a la corte penal internacional si el congreso aprueba la reforma a la JEP con la que se busca darle un trato digno y diferenciado a los miembros de la Fuerza Pública.
Lo invitamos a leer Justicia con los soldados y policías.
Vale la pena explorar la propuesta de los bandidos a los que Santos premió con curules, dinero e impunidad. Sería grato que la fiscalía de la CPI viniera a Colombia, pues tal vez los primeros en salir encadenados de pies y manos serán Timochenko y sus secuaces.
Las Farc tienen que entender que son una banda peligrosa, con cero respaldo popular, repudiados por el pleno de la sociedad colombiana que no los quiere ver sentados en el Capitolio, sino en la butaca de una celda, pagando por sus crímenes, entregando su inconmensurable fortuna para reparar a las víctimas y pidiendo perdón por el daño que durante décadas le causaron a nuestra atormentada sociedad.
Indigna el tono alevoso y desafiante de los que hasta hace pocos meses portaban un fusil con el que amedrentaban a los civiles y asesinaban a inocentes. Santos dice que hizo la paz, cuando lo que realmente creó fue un fenómeno insufrible por cuenta de lo pactado en La Habana. Colombia quiere la paz, pero pensando en que los victimarios paguen por sus delitos y las víctimas sean favorecidas.
Acá, ha sido al revés: los causantes del dolor fueron premiados, mientras que los martirizados continúan siendo castigados ignominiosamente al ser obligados a ver a sus verdugos ocupando curules en el senado y la cámara de Representantes.
Gústele a quien le guste, el acuerdo de Santos y las Farc va a ser mejorado, pues por eso el pueblo votó mayoritariamente por Iván Duque quien como candidato repitió permanentemente que iba a introducir los cambios necesarios para efectos de hacer menos ilegítimo el pacto celebrado con esa peligrosa banda de mafiosos y terroristas.
Que alias Carlos Antonio Lozada, despiadado asesino y violador de niñas, entienda de una vez por todas que los bandoleros que él comandaba no pueden ser nivelados con nuestros soldados y policías. Mientras los integrantes de las Farc son unos despreciables delincuentes, los miembros de la Fuerza Pública han sido, son y seguirán siendo unos héroes que merecen el afecto y la consideración absoluta por parte de nuestra sociedad. Es mucho lo que el Estado de Derecho le debe a esos militares que evitaron que nuestro país sucumbiera ante el desafío de las Farc y como todas las deudas deben ser pagadas, es momento para empezar a hacerlo, introduciendo los cambios necesarios en la JEP, tribunal nefasto que se convirtió en un lavadero de culpas de las Farc.
Así pues, que las Farc dejen de amenazar y que tengan la valentía de llamar a la corte penal internacional. Serán muy pocos los colombianos que no aplaudan cuando la CPI venga y decida llevarse a los individuos a los que Juan Manuel Santos dejó impunes.
Publicado: noviembre 2 de 2018
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