Desde que el presidente Duque asumió el poder el pasado 7 de agosto, sus rivales, liderados por Gustavo Petro, se han dado a la tares de poner a Colombia patas arriba. La izquierda no está pensando en el país, sino en sus propios intereses políticos, de cara a las elecciones regionales del año entrante, que serán la cuota inicial de las presidenciales de 2022, en las que Petro aspira ganar.
En la situación se han mezclado toda suerte de coyunturas. La crisis de la educación, no es nueva. Duque recibió un problema que ha venido enervándose a lo largo de las dos últimas décadas. Santos dijo que la locomotora de la educación era prioritaria. La verdad es que su fallido gobierno hizo muy poco al respecto, pues su ministra, Gina Parody, se dedicó a hacer politiquería desde el cargo, dejando en perfecto estado de postración aquella área tan importante para el país.
En días pasados, con ocasión de la rigurosa y profunda rendición de cuentas sobre los primeros 100 días de gobierno, la ministra de Educación Nacional, María Victoria Angulo, hizo un detallado informe de las gestiones que ha hecho su cartera en esta primera etapa. Muy importante el hecho de que el ministerio se haya desplazado a los diferentes departamentos del país en los que se establecieron mesas de trabajo con las respectivas secretarías de educación para efectos de fortalecer su capacidad de gestión.
En materia de alimentación escolar, un aspecto que de tiempo atrás debió ser prioritario, fue la primera tarea que emprendió el ministerio de Educación, cartera que, así mismo, ha asumido con responsabilidad la crisis desatada por las marchas de estudiantes universitarios que demandan mayores recursos.
El hueco financiero de la educación no se puede llenar de la noche a la mañana. Es un proceso que tardará muchos años. El gobierno ha estudiado el asunto con detenimiento y responsabilidad. Los asuntos sociales son de vital importancia para el gobierno, razón por la que el 47% de los recursos del presupuesto contemplado en el plan de desarrollo estarán destinados a la educación, la vivienda, vías terciaras, entre otros.
Lastimosamente, la izquierda se ha valido de los reclamos de los estudiantes para obtener réditos políticos. Pero lo que es más grave: se ha pretendido infiltrar la protesta social para estimular desórdenes ciudadanos, los cuales se han visto en las manifestaciones llevadas a cabo.
Petro y sus adláteres quieren paralizar a Colombia al precio que sea. Ahora, están promoviendo un paro nacional, lo cual es absolutamente descabellado. El presidente Duque encontró un país descuadernado, al borde de la ruina, sin un norte y con todos los proyectos sociales desfinanciados.
Otro aspecto que la izquierda ha utilizado para hacer política es el caso del fiscal general de la nación, Néstor Humberto Martínez. Se ha demostrado hasta la saciedad que el fiscal no ha obrado irregularmente en el caso de Odebrecht. De hecho, él, desde el comienzo, se declaró impedido en ese caso y planteó la necesidad de incorporar una reforma legal que permita la elección de un fiscal ad-hoc para que lidere las investigaciones en las que él está impedido.
La izquierda y unos sectores cuestionables del periodismo colombiano, sin mayor fundamento, se trazaron el objetivo de tumbar al fiscal general, ese mismo que ha liderado importantes batallas en contra de la corrupción en nuestro país.
Si hoy dirigentes políticos altamente cuestionados por hechos de corrupción –como es el caso de los denominados ñoños- están tras las rejas, es gracias a las compulsas de copias hechas por la fiscalía de Martínez Neira, esa misma que tiene tras las rejas a delincuentes como el señor Ronald Housni Jaller, exgobernador de San Andrés y responsable del saqueo de esa isla.
Es natural que los melancólicos del denominado Cartel de la Toga quieran cobrar venganza, complotando contra el fiscal general, o que los funcionarios de Santos, investigados por haber favorecido a Odebrecht estén empleados a fondo en la financiación de campañas de desprestigio contra ese funcionario, por no mencionar a un poderoso magnate, prófugo de la justicia y señalado de haber sobornado a un juez de la República.
El país está patas arriba. Los enemigos del Estado de Derecho están patrocinando el caos para abonarle el terreno a personajes nefandos como Gustavo Petro, quien se frota las manos mientras Colombia sucumbe ante el caos.
Publicado: noviembre 20 de 2018
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