Nadie se atreve a levantar la voz cuando las Farc y la JEP empiezan a exigir más presupuesto, siguiendo el modelo corrupto de la caduca era de la mermelada. A ellos les importa un bledo que estemos más quebrados que el puente de las rondas infantiles; vale decir, les tiene sin cuidado como va la economía nacional.
En medio de la discusión por cuenta de la reforma tributaria, molesta ver el cinismo y la falta de propuestas por parte de los sectores políticos de izquierda, que tienen como único objetivo atacar al Gobierno Nacional, a pesar de ser, como felices impulsores de la farsa de La Habana, directos responsables del mayor despilfarro de la historia reciente de nuestro país.
Seguramente, se acostumbraron a entender como única solución para dar respuesta a sus caprichos, el hecho de pedir subsidios y solicitar el incremento permanente del gasto público. En pocas palabras, mermelada a dos manos, como les gusta a los “socios” del Nobel de Odebrecht.
¡Despierta, Colombia!: la enorme deuda y el inmenso déficit que el Presidente Duque heredó de Santos no son un espejismo. Por tanto, es irracional que partidos políticos, líderes sindicales y sociales sigan demandando recursos inexistentes.
Como respetuosa sugerencia, el actual Gobierno debe hacer un corte de cuentas de manera inmediata. Ojalá cuando se cumplan los primeros 100 días de gestión, podamos conocer, a través de una alocución presidencial, las cifras reales de la situación de las finanzas públicas.
Seamos sensatos: para enmendar un problema estructural como el que tenemos entre manos, es indispensable hacer una planeación con fases, plazos, compromisos, ajustes y sacrificios, siguiendo una rigurosa ejecución. (Si alguien tiene otra propuesta de solución, no dude en compartirla).
Antes de criticar al Ministro Carrasquilla, sería oportuno revisar los compromisos adquiridos por el “profe” Santos con las Farc, bajo el artilugio tramposo de la “paz” que, recordemos, fue derrotada en el plebiscito del 2 de octubre de 2016.
Haciendo un ejercicio de pensamiento lateral, un gran porcentaje de los recursos destinados para la “paz”, hubiesen podido invertirse en rubros tan sensibles como la salud, la generación de empleo y la educación. ¿No les parece?
Digámoslo sin rodeos: es injusto que seamos los ciudadanos de a pie, quienes terminemos pagando el precio de una vagabundería sin nombre, como si fuéramos los culpables de los delitos cometidos por una banda de narcoterroristas, ahora plácidamente sentados en el Congreso de la República.
Es momento de plantear preguntas respecto a la manera como se manejó la economía del proceso de paz que, a mi juicio, es causante de primer orden en el desbarajuste financiero que afronta la actual administración.
¿Cuánto costaron la alimentación, los hoteles, los tiquetes, la estadía, los viáticos y los gastos “extras”, del ejercicio burocrático en que se convirtieron las negociaciones de La Habana?
¿Cuánto se pagó en publicidad estatal durante 8 años en que fuimos testigos de la voracidad de un gobierno que jamás puso en práctica los sagrados principios de austeridad y moderación, en términos de hacienda pública?
¿Todo se quedó en palabras y flashes, cuando lo urgente es crear empresas en el campo, a fin de formalizar empleos, que permitan ofrecer un sustento real, a quienes dejaron las armas y no quieren saber nada de narcotráfico?
¿Por qué los colombianos tenemos que vivir sin información oficial, respecto a los gastos del gobierno Santos, que tuvo el descaro de elevar el IVA del 16% al 19%?
Por más adoctrinados, ideologizados y obnubilados que se encuentren los “amigos de la paz”, intoxicados por discursos lejanos a las cifras y ciegos ante el reto que implica salir de la crisis en la que actualmente se encuentran las finanzas colombianas, como triste consecuencia del corrupto despilfarro de la administración Santos, lo que urge es hacer un corte de cuentas de inmediato.
Con todo respeto: En tiempos de crisis, lo inteligente es concertar con argumentos: si es necesario declarar inexequible alguna ley que afecte los intereses de la Nación, debe hacerse sin vacilaciones.
#CorteDeCuentasYa
Publicado: noviembre 7 de 2018
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