Desde que se produjo el fatal desenlace del vil asesinato del Dr. Álvaro Gómez Hurtado, todos los años, por esta época, su imagen vuelve aparecer primero como el presidente de Colombia que nunca fue, segundo por la impunidad reinante en su caso desde hace 23 años.
En efecto, todos los fiscales que han pasado han hecho lo imposible para que su investigación o se estanque o tome rumbos diferentes con el fin de desviarla.
Pero, sin lugar a dudas, fue el ex fiscal Montealegre quien no tuvo la valentía, ni el valor, para llamar a indagatoria al conocido Nacho Londoño antes que lo asesinaran en su tierra natal de Buga, a plena luz del día, porque los sicarios siempre actúan de día; quien más le hizo daño al proceso de investigación. Ni hablar del ex Fiscal Gómez Méndez quien se inventó la teoría del grupo los cazadores.
Han sido 23 años de impunidad. Impunidad que no se compadece con su vida pública durante más de 40 años al servicio del país, de su Partido Conservador.
Su obra, sus planteamientos siempre estuvieron sujetos a la controversia. Desde el senado, desde la plaza pública, desde sus tribunas de prensa su visión siempre fue la de visibilizar sus ideas produciendo el debate, de frente, sin tapujos, sobre la mesa, como dicen los anglosajones.
Consideraba que ese era el auténtico sentir de una democracia.
Nunca tuvo pensamientos ocultos, ni facetas desconocidas.
Todo lo que fue, fue un político en la verdadera dimensión de su ser.
Siguiendo el lema de los estoicos, nada le fue indiferente, siendo un crítico de lo que él llamó en sus últimos días el régimen, así como lo fue de su Partido Conservador, tan mediocre y complaciente con los últimos gobiernos de turno sin importar sus ideas, sin defender sus verdaderos valores.
Siempre mostró su compromiso con las ideas conservadoras, defendiéndolas hasta el final de sus días todo lo contrario de quienes prefieren ser políticamente correctos, complacer a todo el mundo, en vez de gobernar para quienes lo eligieron.
Fue, todo lo contrario a los políticos del siglo XXI que prefieren pasar agazapados, silenciosos, haciendo de la mediocridad un misterio.
Por esta razón, vivió su vida con la plena intensidad que le otorgaba su capacidad física e intelectual. Tan lo fue así, que durante su secuestro propiciado por el M19, secuestro que también permanece impune a la fecha, le dio sopa y seco a sus captores al igual que a la cúpula de ese movimiento quienes desfilaban por el lugar de retención asombrados de su capacidad intelectual frente a cada pregunta o planteamiento que le hacían.
Hizo de sus ideas un instrumento de su batalla siempre saliendo ganador en todas las confrontaciones políticas, así saliera perdedor en las tres ocasiones que se presentó a la presidencia, tres ocasiones siempre negadas por la agitación del sectario trapo rojo liberal.
Al día siguiente de la batalla electoral, se levantaba más temprano de lo habitual. Solía decir que la verdadera política comienza el día después de las elecciones.
Sus ideas sobre el Pensamiento Económico y Social continúan vigentes. AGH, fue un político en la verdadera dimensión de la palabra. Tenía lo que los anglosajones llaman el sentido común de las cosas. De la vida. Al mejor estilo de Ortega y Gasset iba a las cosas planteándolas sin temor siendo coherente en su sentir, pensar y actuar, virtud carente en los políticos de hoy.
A 23 años de su vil asesinato en las puertas de la Universidad Sergio Arboleda, sobre la conciencia, si es que la tienen, de quienes fueron los autores materiales e intelectuales reposará su entrada al infierno para vivir junto a Lucifer y sus compinches.
Puntilla: Mientras tanto, sobre el cómo Minhacienda Carrasquilla hace un curso para Dummies sobre el cómo ganarse enemigos gratis. Ni hablar sobre los disturbios en la Universidad Pedagógica, cada vez más violentos, ante la vista gorda de su rector, rectores, de las universidades públicas.
Publicado: noviembre 6 de 2018
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