La demoledora victoria del candidato Jair Bolsonaro, nuevo presidente del Brasil, es la mejor cuenta de cobro que los ciudadanos de aquel país podían pasarle al régimen corrupto de los socialistas Lula Da Saliva y Dilma Rousseff.
No se puede olvidar que uno de los principales promotores del criminal Socialismo del Siglo XXI fue Lula, quien desde la presidencia de Brasil se convirtió en uno de los principales cómplices de Hugo Chávez. Así mismo, Lula promovió e impulsó la creación de Unasur, diseñado para restarle poder a la OEA, organismo que desde que entró en función se ha dedicado a encubrir y legitimar regímenes despóticos como los de Venezuela y Bolivia.
Enhorabuena Brasil ha podido sacudirse de Lula y sus secuaces, pues Fernando Haddad era, sin lugar a dudas, el continuista del modelo socialista que tanto daño le hizo a Brasil.
Bolsonaro será un gran presidente. Es un líder político de las más altas condiciones personales y profesionales. Además de reconducir a su país hacia el sendero del progreso, será, sin duda ninguna, un aliado de primer nivel del gobierno colombiano de Iván Duque.
Atrás quedarán los oscuros años del socialismo del siglo XXI. Al cuarto de los malos recuerdos terminará siendo conducido el nefando Foro de Sao Paulo, organización que le hizo un daño irreparable a la democracia y a la libertad latinoamericana.
La victoria de Bolsonaro es un capítulo más del libro que ha empezado a escribirse en nuestra región. Primero, en Argentina Mauricio Macri derrotó al criminal kirchnerismo, la facción más degradada, corrupta y peligrosa del Peronismo. Después, en Chile se impuso Sebastián Piñera y acto seguido, en Ecuador triunfó Lenin Moreno, quien desde el mismo instante de su victoria marcó distancia del alevoso Rafael Correa, hoy prófugo de la justicia de su país, que lo busca para que responda por múltiples delitos, entre ellos el del secuestro de un diputado llamado Fernando Balda.
Colombia, estuvo muy cerca de sucumbir ante la amenaza socialista gracias a que Juan Manuel Santos pavimentó el camino para que un sujeto peligroso como el exterrorista del M-19, Gustavo Petro ganara las elecciones presidenciales.
Afortunadamente, surgió la candidatura de Iván Duque, un líder político de grandes quilates que logró evitar que nuestra patria fuera inoculada con el germen castrochavista.
Más de 57 millones de brasileros –el 55% de los votos válidos- decidieron que Jair Bolsonaro será su nuevo presidente. Así, se cumplió con una jornada democrática que además de escoger al nuevo gobernante de Brasil, se ha constituido en un golpe mortal al nefando Socialismo del Siglo XXI, una corriente que amenazó con destrozar a América Latina.
Publicado: octubre 29 de 2018
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