El jalón de orejas del gobierno de los Estados Unidos a Colombia por cuenta del crecimiento de los cultivos ilícitos, hecho que se traduce en una mayor producción de cocaína, dejó a nuestro país al borde del abismo.
Es claro que en Washington no vieron con buenos ojos las decisiones erradas del gobierno Santos que suspendió de forma radical la erradicación de plantaciones de coca. En un abrir y cerrar de ojos, nuestro país se convirtió en un mar de narcocultivos, llegando a la insoportable cifra de 210 mil hectáreas de coca, en distintos puntos de nuestra geografía.
La relación con los Estados Unidos, desafortunadamente, continuará girando entorno a las drogas ilícitas. Cuando deberíamos estar hablando de otros asuntos, por cuenta de las malas decisiones de Santos, la agenda binacional se centrará nuevamente en la lucha contra las drogas y lo que ello significa.
Si la Casa Blanca no descertificó a Colombia fue, en buena medida, por las buenas expectativas que despierta el nuevo gobierno. La semana pasada, el canciller Trujillo fue recibido con alborozo por todas las autoridades estadounidenses. En el Ejecutivo y en el Congreso de ese país, tienen todas las esperanzas puestas en que el gobierno uribista revierta la nefanda tendencia que se está registrando en Colombia respecto de la producción de drogas ilícitas.
Pero la coca no se erradica con discursos, sino con herbicidas eficaces. No podemos seguir en el eterno debate del Glifosato. Hay otros elementos químicos en el mercado que tienen la capacidad de erradicar la coca, sin causar efectos secundarios en el medio ambiente ni en las personas.
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Ahora bien: la corte constitucional está en la obligación de entender que Colombia está en medio de un problema de infinita magnitud. No se puede, bajo ninguna circunstancia, mantener la prohibición de la fumigación aérea.
Urge entonces que desde todos los frentes, se establezca una nueva estrategia de fumigación que incluya herbicidas distintos al Glifosato, fijando protocolos eficaces para cuidar el medio ambiente y a las comunidades que habitan en las zonas donde hay narcocultivos.
La lucha contra las drogas es integral. Figuras como la extradición, que es una herramienta de cooperación fundamental, debe fortalecerse. Colombia debe reiniciar, cuanto antes, el envío de los capos solicitados por los tribunales de los Estados Unidos. En ese sentido, resulta trascendental enviar mensajes en el sentido correcto. Cualquier acción contraria, será recibida con recelo por los norteamericanos.
Si bien Colombia no fue descertificada, sí quedó en una situación de vulnerabilidad. No hay camino distinto que el de mostrar resultados y éstos deben verse de manera rápida. No hay tiempo que perder en la puesta en marcha de la nueva estrategia de lucha contra las drogas.
Si el año entrante no reflejamos una reducción significativa en las hectáreas cultivadas, los Estados Unidos endurecerán su posición y las consecuencias no se harán esperar.
Publicado: septiembre 13 de 2018
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