Si algo hay que destacar del nuevo gobierno, es el abultado número de resultados concretos que ha tenido la cancillería, particularmente en los temas relacionados con la crisis venezolana, la cual afecta directamente a Colombia por cuenta del masivo flujo de ciudadanos del vecino país que buscan refugio en nuestro territorio.
En la segunda semana al frente del ministerio de Relaciones Exteriores, Carlos Holmes Trujillo cumplió la promesa de campaña de retirar a Colombia de UNASUR, organismo creado para justificar los regímenes del denominado socialismo del siglo XXI. Gracias a UNASUR, la dictadura venezolana ha podido violentar los derechos humanos bajo la mirada cómplice de los países de la región.
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El canciller Trujillo no ha perdido el tiempo. En estas primeras semanas, ha sostenido reuniones con la ONU en Nueva York, con el gobierno de los Estados Unidos en Washington y con las autoridades más importantes de la Unión Europea en Bélgica, país en el que él fue embajador durante el gobierno del presidente Uribe.
Para Colombia es un logro de singularísima importancia que la ONU haya designado a un representante especial para atender la crisis migratoria de Venezuela, como consecuencia de una solicitud formal en la que ha insistido el gobierno del presidente Duque, en desarrollo de la estrategia de actuar nacional, regional y multilateralmente, que volvió a plantear el canciller Trujillo durante su reciente visita a Ginebra, Suiza.
El secretario general de la ONU, nombró al guatemalteco Eduardo Stein , exvicepresidente de ese país, con el mandato específico de “promover el diálogo y el consenso necesarios para la respuesta humanitaria, incluyendo el acceso a territorio, protección de los refugiados… y la identificación de soluciones para refugiados y migrantes venezolanos”.
Durante el gobierno de Santos, la política exterior colombiana fue de genuflexión ante la dictadura venezolana. Santos, declaró y ejerció como “mejor amigo” de Chávez mientras que la exministra María Ángela Holguín fungió como la gran validadora de las atrocidades cometidas por su amigo íntimo, Nicolás Maduro.
Colombia necesitaba urgentemente darle un viraje a sus relaciones internacionales. Por cuenta del acuerdo con la banda terrorista de las Farc, nuestro país se convirtió en un verdadero mar de coca, con más de 200 mil hectáreas cultivadas, hecho que nos puso al borde de una descertificación por parte del gobierno del presidente Donald Trump.
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La posición oficial de nuestro gobierno ha sido la de buscar una salida institucional con respaldo multilateral a la crisis humanitaria y política de Venezuela. La decisión del presidente Duque y del ministro Trujillo fue la de no designar embajador en Venezuela con lo que se envía un mensaje contundente de no reconocimiento de la dictadura de ese país. La pelea no es con el pueblo, que es víctima de los abusos y arbitrariedades de la satrapía, sino con los criminales que ostentan el poder, violentando el régimen democrático.
Publicado: octubre 21 de 2018
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