En la columna anterior hice mención a “Los huéspedes de Don Rodolfo”, con énfasis en la pancarta que el año pasado mandara a colocar el ingeniero Rodolfo Hernández Suárez en la fachada del edificio de la alcaldía de Bucaramanga para invitar a los hermanos venezolanos a vivir por estos lares.
En ninguno de los renglones de la columna dice que el alcalde de Bucaramanga Rodolfo Hernández Suárez, sea un bandido, un corrupto, ni menos que sea uno de los alcaldes que más ha esquilmado el patrimonio público. No; no escribí eso. Sin embargo el burgomaestre en una alocución oficial dijo que yo había dicho eso y que le había hecho un alevoso ataque, haciendo referencia a mi buen nombre de manera injuriosa y calumniosa, distante de la verdad y la realidad, con la presunta intención de causarme daño.
Tuve que dirigirle una carta en la que le ruego que lea bien y que en aras de la garantía constitucional consagrada en el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia, se sirva rectificar en términos veraces y en el mismo espacio, para que se restablezca mi honra y se limpie la indignidad en que quiso colocar mi buen nombre. Ojala lo haga, si de verdad es un hombre de bien, puesto que si dentro de esa imagen de hombre probo se esconde una entraña de mala calaña, con seguridad arremeterá no sólo contra mí, como respuesta, sino contra mi familia y mis amigos.
Repito como se lo repetí a él: “No he dicho de usted que sea un corrupto, ni un bandido. Lo que sí he llegado a pensar pero aún no lo he escrito en ninguna de mis columnas, es que como toda persona que en el pasado no obró bien, tiene el derecho a rectificar su conducta. Pienso que eso es lo que está haciendo como alcalde y eso es visto con buenos ojos por mí y por todos los ciudadanos y será referente para la historia. Está bien y eso le admiro, que tenga la capacidad hoy, de luchar contra la corrupción, ese es un valor agregado para su vida y un buen legado para sus hijos.”
Quien sí quiso dar a entender ese comportamiento de parte del alcalde en el pasado, ese que dice que yo dije, pero que repito, no he dicho y eso está escrito, fue precisamente el actual Jefe de Gobernanza Don Manolo Azuero en una de sus columnas –quien creo, fue el que mal informó al alcalde para distraerlo-. La columna escrita por ese amanuense en el diario Vanguardia Liberal, el domingo 4 de marzo de 2012, revela negocios entre Rodolfo y su hoy archienemigo Fredy Anaya. Lícitos negocios de Fredy con Rodolfo y los hijos de Rodolfo, que Manolo Azuero veía en ese momento con malos ojos, y que le olían tan mal como no le huele ahora el escandaloso e ilícito contrato de Vitalogic.
No conozco a Rodolfo Hernández. Sólo dos veces en mi vida lo he visto personalmente. La primera vez en Barbosa, junto a su socio Rodolfo Prada Forero en el proyecto de vivienda “La tierra prometida”, muy bien relacionado con el Jefe de Planeación y con la familia del poder municipal por ese entonces en esa población. Posteriormente en el año 2000, lo vi en una reunión privada a la que me invito Jaime Duran Barrera en la que estaban entre otros Fernando Vargas Mendoza y Fredy Anaya. Quien más veces levantó la copa para brindar y beber wiski fue Rodolfo en honor a quitarle el manejo de la CDMB al entorno de Joaquín Beltrán Becerra. Se preguntaran: ¿Por qué entonces la pelea de Rodolfo? Me atrevo a responder que es por dinero y poder, dos asuntos que ama y adora.
@AlirioMoreno
Publicado: septiembre 4 de 2018