Las malas compañías dañan las buenas costumbres decía el apóstol Pablo. Una cosa heredamos del infortunado gobierno de Juan Manuel Santos (JMS), y que habrá de desterrarse de inmediato, y es la cultura de dividir y sembrar cizaña.
El mismo JMS se encargó de dividir al país como no se veía desde la guerra de los Mil Días; en enemigos y amigos de la paz. Y los resultados son funestos, nos quedamos sin la paz, sin la plata, y lo que es peor, con una guerra; la del narcotráfico. La de 230.000 hectáreas de coca y 1.000 toneladas de exportación. No solo llenando el mundo de cocaína, sino las aulas de los colegios y las universidades colombianas. En una guerra tal vez peor que la guerra del opio en China.
Y a este corifeo se unieron en coros celestiales de intoxicación azucarada, los medios de comunicación, para hacerle el juego. Y no por convicción sino porque eran mercenarios al mejor postor del dulce y satánico sabor de la mermelada, perdiendo no solo la credibilidad sino la dignidad, que se pierde para siempre como la mujer pierde su santa virginidad.
Los medios tienen gran culpa de la devastación que dejo JMS, no solo por el desfalco de casi 26 billones en el presupuesto, (lo que significa hacer varias reformas tributarias, que ni vendiendo El Tiempo, El Espectador, Caracol, Semana, Canal 1 juntos, alcanzaría para un primer intento), sino la debacle moral dejada en el inconsciente colectivo. Las ovejas han quedado descarriadas.
En solo 25 días del presidente Duque, no ven los medios antes mencionados, como generar una división entre el presidente y el senador líder del CD, Dr. Uribe Vélez. ¡Y les digo una cosa, jamás lo van a lograr¡, porque la unidad y la afinidad entre los dos líderes es total y monolítica .Y no por simple caprichos políticos, sino que existe una visión conjunta y sincerada sobre lo que es mejor para el país. Y es tan sólida, que está por encima de cualquier interés personal o partidario, porque hay una motivación principalísima, de mucha fuerza; el bienestar de los colombianos.
Gracias a los colombianos de bien con sus votos. Y a la divina providencia, vuelve la decencia a gobernarnos. Se acabó la patraña, la mentira, el doble juego, la hipocresía del cuchillo en la espalda, en que nos puso un “líder”, que estaba, no lo sabíamos con total certeza, yo lo intuía desde el principio (por eso no vote por el así me lo piedra el Dr. Uribe), ante un gobernante mentalmente impedido para gobernar.
Ya ceso la horrible noche, aunque dejó una estela de su olor putrefacto. Ya por fortuna volvió ciudad amurallada tu edad de folletín, las carabelas otra vez partirán de tu rada y otra vez habrá aceite en botijuela. Y aquel olor nauseabundo será cosa del pasado, y habrá que fumigarlo como a los cultivos de coca, con el glifosato de la buenas costumbres y la decencia de un hombre que no solo está bien intencionado, sino que es todo un estadista, con gran habilidad política, con potente inteligencia emocional, pero sobre todo con mucho amor por su pueblo.
Publicado: septiembre 6 de 2018
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