Los defensores de la dosis mínima de drogas ilícitas alegan que ésta es una manifestación del libre desarrollo de la personalidad, tesis que se convirtió en el aliciente para que el microtráfico se convirtiera en un problema de seguridad nacional.
No hay una sola ciudad en la que el consumo de drogas se esté expandiendo como un virus mortal que afecta a personas de todas las edades y estratos socioeconómicos.
Es preocupante ver cómo los vendedores de drogas no pueden ser capturados por la Fuerza Pública, pues estos alegan que tienen en su poder dosis personales, con lo que se impide la acción eficaz de las autoridades.
Es evidente que la drogadicción es una enfermedad y quien la padece debe ser tratado con la consideración propia de los enfermos. Pero ello no significa que el Estado se quede cruzado de brazos para impedir que el expendio de drogas siga creciendo de manera exponencial.
El presidente Iván Duque, durante la campaña, pudo oír en todos los rincones del país cómo padres de familia, alcaldes, profesores, comerciantes y en fin ciudadanos de todo tipo imploraban por parte del Gobierno medidas para mitigar la tragedia en la que se convirtió el consumo de drogas.
Se ha llegado a extremos inauditos. En las puertas de los colegios, los denominado jíbaros venden drogas con total impunidad, a pleno luz del día. Ahora, circula en las redes sociales un video vergonzoso de 3 jovencitas consumiendo cocaína en un bus de Transmilenio en Bogotá.
Nadie puede impedir que una persona se drogue, pero que lo haga en privado. En buena parte de los países desarrollados, está estrictamente prohibido consumir alcohol en las calles. Y en Colombia, hemos llegado –invocando el tal libre desarrollo de la personalidad- a ver muchachos de menos de 15 años drogándose en los parques donde los niños gozan de momentos de diversión y esparcimiento.
Mano dura e inflexible contra los vendedores de drogas. El Estado tiene la obligación legal, pero sobre todo moral, de perseguir con toda la severidad a los antisociales que inducen a los niños colombianos al consumo de drogas.
Como bien lo dijo a través de su cuenta de Twitter el profesor Eduardo Behrentz: “Yo sí quisiera que a mi hijo de 13 años le quede difícil tener accedo a ‘drogas recreativas’…”. Y aquel sentimiento es compartido por millones de padres de familia que con angustia registran esa amenaza que se cierne sobre sus hijos.
Bien por el presidente Duque que ha puesto manos a la obra para cumplir su promesa de campaña –una de las más importantes- en virtud de la cual procurará declararle la guerra abierta y frontal al microtráfico de estupefacientes.
Publicado: septiembre 6 de 2018
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