Muy pocos colombianos pueden decir que no tienen vínculos con el campo. Este sector, no solo ha sido clave en nuestra construcción como sociedad, sino que ha movido y alimentado a nuestro país. Sin embargo, hoy nuestro sector agrícola está atravesando por una muy grave situación económica, la cual se puede convertir en una crisis social a la que le debemos Parar-Bolas.
En Colombia hoy hay más de 540.000 familias cafeteras; 350.000 familias paneleras; 286.000 empleos en la industria azucarera; 140.000 empleos en el sector palmero, entre otros miles de empleos generados por el campo Colombiano. Son más de 1.316.000 familias y eso que dejo por fuera sectores como el frutícola y bananero, entre muchos otros que no logré obtener las cifras.
Si bien es cierto que no creo que haya colombiano que no tenga vínculos con el campo, creo que son pocos los vallecaucanos que no hayan tenido alguna cercanía con el sector agroindustrial de la caña. La gran mayoría hemos endulzado la vida gracias a ellos. Nos hemos comido un chicle, un postre, una panela o un buen café. Nos han dado energía, no solo la necesaria que se trasfiere con las calorías, sino la que ilumina nuestras vidas. Ellos son los mayores cogeneradores de energía limpia y renovable utilizando biomasa. Nos dan combustible y nos impulsan; aunque muchos no sean conscientes, la gasolina que utilizamos para acercarnos a nuestro trabajo y familias, viene de un recurso renovable limpio que crece a lado y lado del rio cauca.
Todos tenemos un amigo que es un proveedor de ellos, otro que tiene un familiar que trabaja ahí. Seguro tenemos un pariente cercano o lejano que la cultiva y le vende su caña al ingenio o a un trapiche. Es difícil no encontrar un paisano que no tenga cercanía con el sector. Como no tenerlo, si el destino de la región ha estado ligado a esta agroindustria por más de un siglo. De la agroindustria de la caña, entre el azúcar y la panela, hoy devengan su sustento más de 1.780.000 de colombianos. Representan el 38% del PIB agrícola de Colombia y mas del 30% del PIB industrial del Valle.
Lo cierto es que la su situación no podía ser más insípida. El mercado mundial del azúcar ha visto un cambio en el balance de la oferta y demanda en los últimos dos años. Actualmente la cantidad de azúcar exportable supera a la demanda mundial de importaciones, lo que ha hecho que el precio internacional del azúcar caiga a niveles alarmantes (38% en los últimos 18 meses).
Precios predatorios que son soportados en apoyos gubernamentales que han permitido aumentar la producción, con lo cual afectan a los países competidores con menor capacidad de producción y mayores costos. Esto ha hecho que entren al país vía importaciones, azúcar y etanol a precios muy bajos y en muchos casos sin cumplir con los estándares de calidad, afectando no solo el mercado del azúcar sino también al sector panelero, dado que este azúcar se utiliza en derretideros para “fabricar” panela; práctica prohibida en Colombia.
Para rematar, no podemos venderle a Perú y Ecuador que son los principales destinos de nuestras exportaciones, puesto que nos impusieron aranceles al azúcar colombiano. Por el contrario, Colombia sí permite el libre ingreso de azúcar sin aranceles.
Lo complejo del asunto es que el precio nacional también ha caído en mas del 21% en el último año, gracias a el ingreso de el azúcar importada con precios por debajo del costo de producción nacional.
La situación es muy preocupante. No solo está en juego la agroindustria de la caña panelera y azucarera y el sustento de más de 1.780.000 personas. Está en juego nuestra región y nuestra economía que tiene un matrimonio indisoluble con este sector.
La difícil situación del campo y de la agroindustria de la caña no da espera y se requieren medidas que permitan atacar la crisis del campo de manera integral. Por eso reiteramos el llamado a todas las instituciones del Estado para que nuevamente vuelquen su atención a la grave situación que atraviesa este sector.
Publicado: septiembre 3 de 2018