A lo largo de mi vida siempre he tenido animales, por lo general, gatos, pero también perros, guacamayas, micos, loros, tortugas, ratas bebes (me las encontré), murciélagos, arañas y lagartijas. Me gusta compartir mi tiempo con ellos, son mi refugio ante la hipocresía que vemos a diario; en los ojos de un animal, se encuentran los sentimientos que escasean en la sociedad.
La mayoría de animales son buenos, tengo uno que otro gato, malvado, pero también en el fondo, son queridos, jodidos pero queridos. Me conmueven profundamente las imágenes de maltrato a los animales, no entiendo cómo una persona “racional” ataca a un ser, según ellos, sin capacidad de razonar. He arriesgado literalmente mi vida, por los animales. He arriesgado mi estabilidad jurídica también por ellos. Ya perdí la cuenta de cuantas jaulas he abierto para que se escapen los pajaritos. No me volvieron a invitar a ninguna finca o residencia, en donde tengan jaulas. He gastado el dinero comprando más de 90 boletas en donde se rifan cabritos. Ante la guerrilla, en época de escases, desamarré unas gallinas para que escaparan, pero no se fueron y me impuse con todo mi ser, para que no mataran a la tarántula que vivía debajo de mi cama cuando estuve secuestrada. Y explico todo esto, porque me parece inadmisible que se permita la tortura de un animal ante seres racionales que quieren ver la humillación del animal.
En psiquiatría criminal, siempre se observa el instinto del psicópata, relacionado en su niñez, a causar dolor en un animal. Observar que le clavan un elemento corto punzante a un animal y festejar su dolor, para una persona como yo, no tiene ningún tipo de sentido, más que el profundo asombro de saber que hay personas que quizás por tradición, apego e ignorancia a una tradición abominable, aun no entienden que van contra natura.
Pudimos abolir la esclavitud de razas humanas, pudimos evitar las barbaridades del circo romano, en muchos países, el toreo está erradicado, por lo general, en sociedades que no ostentan el grado de atraso a la nuestra. Estuvimos muy cerca de abolir las corridas de toros, pero personas con mentes minúsculas, se obstinan en perpetuar nuestra primitividad.
Ojalá que, así como la Corte Constitucional, defendió el derecho de una minoría para permitir el maltrato animal, disfrazado de tradición, también tenga en cuenta, que hay personas que se desgarran por dentro, y sienten ganas de morir, cuando observan el júbilo de la masacre.
Vinimos a la tierra como humanos con la capacidad de pensar y razonar, espero que nuestra misión, sea la de proteger esta casa llamada tierra y proteger también, a los seres que en ella habitan.
Dios proteja a los animales de nosotros los humanos.
Publicado: septiembre 13 de 2018
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