El anuncio del Gobierno de expedir el decreto que le permite a la Policía decomisar la droga que porte la gente en la calle es, sencillamente, espectacular y necesario. La decisión de la Corte Constitucional en los 90’s de permitir la dosis mínima ha generado consecuencias sumamente nefastas para la juventud del País, dado que los jíbaros y todo el negocio del microtráfico se ha escudado en esta figura para envenenar a nuestros niños mientras se es prácticamente imposible capturarlos.
Pensar que bajo el pretexto del libre desarrollo de la personalidad se pueda alcahuetear cuánta vagabundearía exista es ridículo. No se puede hablar de libertad cuando una persona está sometida físicamente a una adicción sumamente fuerte que la esclaviza al punto de cercenar su capacidad de decisión.
Frente a este flagelo, nuestros policías saben perfectamente dónde se encuentra el crimen, cómo opera y cuál es su estructura. Sin embargo, capturar a los malandros dedicados a esta mortal conducta se convirtió en un anhelado pero efímero sueño y no precisamente por culpa de esa institución.
Cada vez que los agentes neutralizan al criminal este se escuda en que está portando su dosis mínima o de aprovisionamiento, a lo cual queda en inmediata libertad para continuar llevando a la drogadicción a inocentes jóvenes. Para efectivamente judicializarlos es necesario adelantar operativos sumamente largos, de varios meses, inclusive años, lo que lleva a que la acción del Estado contra este flagelo sea demorada e ineficiente.
Los parques, las salidas de los colegios y de las universidades se convirtieron en los sitios por excelencia para el expendio y consumo de estupefacientes. Como resultado, nuestro País se convirtió no solamente en productor de droga sino, desafortunadamente, en consumidor, esclavizando a miles de personas a mendigar cualquier moneda para comprar la droga del día.
Como mamá, esta realidad es sumamente preocupante. ¿Cómo le explica uno a sus hijos que las drogas son malas cuando, a diario, ven personas consumiendo en todo lado con suma naturalidad? ¿Con qué tranquilidad deja uno a sus hijos en el colegio sin saber si algún bandido va a tratar de inducirlos a consumir drogas a las afueras del mismo? ¿Cómo previene uno que sus hijos caigan en tan trágico flagelo cuando el marco institucional es condescendiente con el consumo?
Por eso, celebro profundamente esta decisión del Ministro Botero y el Presidente Duque. Si bien es verdad esta no va a ser la solución final al problema de las drogas en el País, sí es una buena medida para darle herramientas a las autoridades. Con ella, podremos recuperar los espacios públicos y transitar tranquilamente en familia por ellos sin tener que andar huyendo de los expendedores, al mismo tiempo que se va combatiendo a los expendedores con contundencia.
Publicado: septiembre 7 de 2018