Alejandro Ordóñez es uno de los hombres más relevantes para la construcción del futuro del País. La firmeza en la defensa de sus convicciones es ejemplo para las nuevas generaciones, en un contexto político donde se termina volviendo normal acomodarse a la coyuntura, aunque eso signifique renunciar a sus ideales.
Su liderazgo es incuestionable y la pasión con que defiende lo que considera correcto lo ha llevado a ejercer con excelencia todos los cargos públicos que ha desempeñado. Aunque a ciertos personajes bullosos no les guste su estilo, el País sabe perfectamente que la integridad de sus actuaciones es un elemento indiscutible de su ser.
Precisamente, ese estilo franco y frentero le implicó la salida de la Procuraduría. Para nadie es un secreto que una de las exigencias de las FARC para firmar la dichosa “paz” era su salida de esa institución y, como era de esperarse, Santos movió cielo y tierra para que el Consejo de Estado declarara la nulidad de su reelección.
Sencillamente, Ordóñez se convirtió en la piedra en el zapato para el exPresidente, al denunciar constantemente la farsa en que se había convertido ese proceso y defender con determinación los derechos de todos los colombianos.
Por ello, la designación que le hizo el Presidente como embajador en la OEA es sensata, afortunada y conveniente. El carácter fuerte que tiene es un elemento que se necesitaba para modificar la dinámica de una institución que poco o nada ha hecho en los últimos años y con la que el anterior Gobierno se congració para que hiciera caso omiso a las necesidades humanitarias que estaba generando la dictadura de Nicolás Maduro.
Y es que, en este aspecto, debemos ser sumamente claros y sinceros. El País no podía seguir sometido a las consecuencias de la diplomacia babosa a la que nos acostumbró Juan Manuel Santos y que fue completamente complaciente con los abusos de la tiranía venezolana.
Como tal, desde ese organismo internacional se debe adelantar una fuerte agenda diplomática y política para restaurar la democracia en el vecino País y defender con ahínco los legítimos intereses de Colombia sin que nuestros representantes se dejen llevar por las tentaciones del lobby.
Para tal fin, nadie más capacitado que Ordóñez. Claramente, tiene el talante para ser un embajador que deje huella en ese escenario y que luche por la defensa de los valores republicanos que tanto hacen falta en ciertas zonas de la región.
Siempre es preferible denunciar las verdades incómodas para que cambien las situaciones que las generan, en vez de sonreírle hipócritamente a todo el mundo sin modificar absolutamente nada. Felicitaciones Dr. Ordóñez, ¡el País lo necesitaba!
Publicado: agosto 31 de 2018
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