En todos los rincones del hemisferio existen ingredientes suficientes para crear conflictos. Ningún país se salva, pero son los países, con madurez política, los que logran evitar que sus conflictos se agudicen o desborden. Claramente no es la situación de Venezuela. En el último año, debido al narco dictador de Nicolás Maduro, se disparó todo pronóstico:
Seis de cada 10 venezolanos, sufren una pérdida de peso de 11 kilos y medio, en donde el PIB llegó a menos el 15%, la Inflación aumentó al 46,306% pero pronostican que superará 100.000% al finalizar el año, las importaciones pasaron de 66.000 millones de dólares en el año 2012 a 9.200 millones de dólares para el 2018. La pobreza extrema subió al 87% según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi).
Más del 65% de la población en nuestra hermana nación, come solo una vez al día. Más de un millón de niños, entre 3 y 17 años, no volvieron a sus clases educativas.
Como siempre son los más pobres, los que resultan más perjudicados, más de la mitad de esos menores, no volvieron con regularidad a sus clases, debido a la precaria alimentación, fallas de servicios básicos en sus casas o fallas en el sistema de transporte.
Con estas condiciones, nadie tiene el derecho de permanecer en ningún territorio, en donde, además, se violan los derechos humanos, se prohíbe el derecho a la protesta y miles de personas, caen en las calles, porque mueren de hambre u enfermedades que no pueden ser tratadas por falta de medicamentos y atención médica necesaria. Esta situación es reiterativa y generalizada, amenazando la propia vida que se ve obligada en un instinto de supervivencia, a salir del país.
Si nosotros como países hermanos, exigimos un visado como lo hace ahora Honduras, Nicaragua, Perú, Panamá, Guatemala, entre otros, para blindar nuestras economías, simplemente estamos condenando a muerte a seres humanos.
Dónde están las naciones y de qué sirve el Alto Comisionado para las Migraciones en la ONU. De qué sirven los tratados, protocolos y declaraciones como la Declaración de Cartagena, firmada en el 84 o el Pacto de San José, si se nos olvida que lo que está en juego, son vidas humanas que gritan ayuda.
Nosotros en Colombia, no estábamos preparados para recibir un éxodo de venezolanos. Ningún país lo estaba, pero es menester, activar los documentos que hemos firmado para la protección de estos seres humanos y roguemos al cielo que pronto exista una intervención militar en Venezuela para que vuelva el orden. Roguemos que su horrible noche, por fin culmine, porque su noche, ya comienza a llenarnos de sombras.
Nicolás Maduro jamás abandonará el poder por sus propios medios, ojalá, esas naciones que fueron amigas del régimen dictatorial, que hoy exigen visado a venezolanos, ayuden y presionen para una intervención militar.
P.D: Solo hoy llegaron 400 venezolanos al centro de Bucaramanga, están ubicados en el Parque del Agua. Los pies están ampollados y sus estómagos vacíos.
Si nadie les ofrece caridad, si nadie les permite trabajar, robaran por comida. Necesitamos solucionar la situación de Venezuela porque es nuestra situación también.
Publicado: agosto 23 de 2018
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