Obviamente todos los que tenemos la oportunidad de escribir para algún medio queremos hacerlo sobre el gobierno saliente. Cuando se pueda leer este artículo, estaremos a un día que termine el gobierno Santos; para muchos el peor gobierno de los últimos años.
Si tuviera qué definir al gobierno con una frase de una canción, de lejos la escogería del paso doble de Manolo Escobar de los años 60 que dice “el cariño verdadero, ni se compra ni se vende” porque así fue como logró gobernabilidad. Compró vía contratos y puestos a los medios de comunicación, a los congresistas, a los magistrados de las altas cortes y a todos los que necesitó incluyendo la infinidad de personas a las que les hicieron contratos a dedo sin licitación por cuenta de la supuesta paz.
Aunque las personas que usualmente me leen o me siguen podrían decir que soy monotemático y que solo hablo de lo mismo, todavía me quedan preguntas acerca de muchos de los acontecimientos que pasaron y que no se han resuelto, por eso trataré de seguir recordándolos porque si algo hubo claro todo este tiempo ha sido la desconfianza que empezó en el 2010 cuando todos los que votamos por él nos sentimos traicionados.
Ningún presidente había terminado su mandato con tan baja popularidad. La mayoría del país espera con ansia este 7 de agosto y los aplausos al verlo salir del Palacio de Nariño serán inmensos. Él atribuye esto al hecho de haber firmado la paz con las Farc, pero yo pienso que son muchos desatinos como la corrupción galopante, el aumento de los cultivos ilícitos, el derroche de recursos públicos como nunca y, por supuesto, un proceso de paz mal firmado dándole muchísimas más preventas a estos maleantes.
Además, deja una cantidad de líos por hacer las cosas con afanes, a las carreras y sin sopesar las consecuencias. Un caso diciente es la JEP, la mal llamada Justicia Especial para la Paz, ente compuesto por unos magistrados que ideológicamente son afines con las Farc y que, como ejemplo, lleva investigando más de un mes si el delito cometido por alias Jesús Santrich fue antes o después de la firma de los acuerdos, aunque ya el país sepa claramente cuándo fue.
Hoy no tenemos claro si se firmó la paz con las disidencias o con las Farc, o si las que están en el monte son las Farc o las disidencias.
Hay tres temas al final del mandato que nos dejan ver mucho su talante. El primero, los nombramientos y cambios en las delegaciones diplomáticas donde deja sin maniobra al nuevo gobierno, las otras dos no logró llevarlas a cabo, pero eran escabrosas. Una, pactar un cese al fuego con el ELN a una semana de entregar el poder, y la otra, entregar la licitación del Galeón San José que ha estado tan sumamente cuestionada por las irregularidades.
No me queda más que desearle al nuevo presidente de todos los colombianos, Iván Duque, mucha suerte en su gobierno, pero, sobretodo, mucha entereza para aguantarse una oposición tan nefasta e insaciable como la que va a tener con esta izquierda retrógrada que se hace llamar progresista.
Publicado: agosto 6 de 2018
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