Antanas Mockus, el que para muchos socialistas es un símbolo y un ejemplo a seguir, ha vuelto a protagonizar un acto vulgar y a todas luces deleznable.
A comienzos de la década de los 90 del siglo pasado, irrumpió en el escenario público llamando la atención. Era rector de la conflictiva y politizada universidad Nacional, cuando en medio de una discusión con los estudiantes, resolvió bajarse los pantalones.
La puesta en escena, que fue ampliamente difundida por los medios de comunicación, le costó el puesto en la Nacional, pero le abrió la puerta para ser elegido en la alcaldía de Bogotá en 1994.
Algunos consideran que se trata de una persona genial. Otros, en cambio, lo han visto siempre como un personaje ridículo, fantasioso, ávido de figuración e infinitamente ambicioso. En el gobierno de Santos, por ejemplo, a través de su fundación “Visionarios”, amasó una importante fortuna.
No deja de ser lamentable que alguien que se presenta como una suerte de “apóstol” de la transparencia y la anticorrupción, haya llenado sus alforjas con dinero público con el que Santos literalmente lo sobornó.
Mockus, como muchos otros contratistas del Estado santista, se forró en oro durante los últimos 8 años.
Descalificarlo por su enfermeda de Parkinson, resulta majadero, descomedido y francamente inaceptable. A Mockus hay que juzgarlo por su avaricia, por sus incoherencias y, ahora, por los espectáculos que empezará a dar en el Capitolio en aras de llamar la atención.
Es verdaderamente asqueroso lo que hizo el día de la instalación del Congreso. Nadie tiene por qué soportar que ese individuo, que estaba inhabilitado legalmente para ocupar una curul en el Senado de la República, se desnude con total impunidad. Los parlamentarios deben comportarse y la norma también aplica para él.
Mockus está acostumbrado a pasarse por la faja el ordenamiento legal. Contrató y se enriqueció fabulosamente gracias a los favorecimientos de Santos y aquello lo inhabilitaba para ser elegido senador, pues pocos meses antes de las elecciones, su corporación –de la que él es representante legal- fue beneficiada con un monumental contrato.
A pesar de las evidencias, los prevaricadores del consejo nacional electoral decidieron validar su elección. Ahora, le corresponderá a la sección quinta del consejo de Estado estudiar la demanda que seguramente se presentará en contra del multimillonario exalcalde de Bogotá.
Ahora bien: la nueva mesa directiva del Senado de la República deberá ser implacable en contra de Mockus quien seguramente hará nuevos espectáculos. Las personas que trabajan en el Congreso no tienen por qué soportar la conducta mugrosa de Mockus, cuya enajenación mental se hace cada vez más evidente.
Para la democracia es inaceptable que ese individuo siga haciendo de las suyas, pisoteando la dignidad y el honor de nuestras instituciones, protagonizando ese tipo de escenas que además de nauseabundas, resultan ridículas.
Publicado: julio 23 de 2018
Los comentarios están cerrados.