¿En qué berenjenal nos deja Santos y la logia o casta dirigente que lo acompañó? Un cuadro geopolítico de grave preocupación que ensombrece, desde el comienzo, la tarea del nuevo gobierno y del pueblo colombiano que, según las normas de la democracia, debemos marchar unidos respetando el mandato de las mayorías y el acatamiento de las minorías, ante todo, por el peligro que nos acecha como nación y como estado.
La globalización de la economía y de la política nos coloca en el mapa de nuevos riesgos militares y de soberanía nacional. Estamos orbitando alrededor de conflictos que parecen lejanos, pero que en verdad nos afectan. El cerramiento de los Estados Unidos lo encamina a cambiar la actitud de sus competidores – China, Rusia- y lo más grave, el de sus amigos como Alemania, Francia y Canadá. El problema de la OTAN no es menos grave porque esa alianza militar ha protegido al occidente y a los regímenes de las libertades y la cultura de la filosofía política liberal, entre los cuales se encuentra Colombia. El gobierno estadounidense mantiene su alerta tibia, tibia alerta, sobre América Latina, con especial lupa por los gobiernos infectos del castro-chavismo, hoy en crisis o en retirada, Ecuador, Venezuela, Brasil, Nicaragua, Argentina.
Caso especial México. El presidente electo, AMLO, (Andrés Manuel López Obrador para la concurrencia) puede convertirse en un dolor de muela intenso para el Presidente Trump, no solo por los millones de mexicanos y chicanos que viven, legal o ilegalmente, en Estados Unidos, sino por un gobierno en la frontera sur con una historia hostil bilateral desde hace un siglo y simultáneo intercambio comercial, sin parangón con los demás de América Latina.
¿Cómo juega Colombia en este amplio espectro? Estamos en un momento crítico del cuál no somos consecuentes ni conscientes en su totalidad. Terminando está el gobierno de Juan Manuel Santos, que se ufana de haber obtenido la paz, pero nos deja con la violencia armada de unas Farc que no se sienten satisfechas, sino engañadas y estafadas según la fracción guerrerista y narcótica de Santrich e Iván Márquez. Esa es la conclusión después de leer la carta del primero, manuscrita y testimonial. En su intención proclive, clama la condición de rebelde político que abarca al delito de traficante de cocaína, es decir, la fórmula del Acuerdo con las Farc-Santos. Por lo tanto la “disidencia” lo es respecto del Partido Farc, mas no de la organización guerrillera Farc-Ep que permanece en olor de pólvora y coca. Súmele a lo anterior el Eln y las bacrim, organizaciones criminales que no han podido ser integradas ni eliminadas.
Nicolás Maduro, Presidente de Venezuela, ordena movilización de tropas hacia la frontera con Colombia: armas, aviones y tanques rusos, ejército combinado con asesores y combatientes iraníes, cubanos, rusos y chinos. La narco-dirigencia venezolana buscaría un pretexto para enfrentar a la Colombia que no quiere tener embajador en Caracas. Venezuela ha comprado (endeudado) un moderno arsenal que no posee Colombia y que no está en condiciones fiscales de obtenerlo. Pero el asunto problemático es más de fondo: nuestras Fuerzas Armadas han sido des-armadas moral y emocionalmente por el “acuerdo de paz”, le cambiaron la esencia de su profesión y misión. Un Ministro civil no garantiza la altura, la responsabilidad y la especialidad de los soldados y los policías. Civil o militar, un Ministro de la Defensa no puede presionar (y sobornar con primas especiales de silencio) al alto mando para que se pronuncie en favor de leyes o actos que impliquen debate político, expresamente prohibido por la Constitución. En esa red de beneficios y pensiones garantizadas se encuentran las FF. AA. O sea, no hay con quién dar la pelea.
Si llegare a una agresión madurista contra nosotros, las ventajas del enemigo serían su victoria: 1. Mejor armamento y concentración de fuego.-2. Una quinta columna interna compuesta por las Farc-Ep, el Eln, algunas bacrim y el petro-chavismo que aspira a repetir el modelo venezolano.-3. La Fuerza Pública colombiana no está en condiciones morales ni de mando para esta hipotética, pero no imposible, batalla.
El nuevo gobernante de Colombia, Su Señoría Iván Duque Márquez, tiene un reto más. Que en su nómina militar y policial estén conocedores y leales servidores a la patria, que tengan rodillas ante la bandera y razones estratégicas cuando hagan sonar sus tacones. Activos y reservas deben organizar sus relaciones y vigilancia para volver por los pasos del honor y la responsabilidad militar en una Colombia democrática y soberana.
Jaime Jaramillo Panesso
Publicado: julio 17 de 2018
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