El presidente Obama y el Primer Ministro Trudeau son dos de los líderes mundiales que más han hecho para avanzar la agenda de conservación del medio ambiente. El presidente Obama es quizás el principal responsable del éxito que fue el acuerdo de París y Trudeau es uno de los principales proponentes de la necesidad de avanzar la agenda de cambios necesarios para revertir los efectos dañinos del calentamiento global. Al mismo tiempo, sin embargo, durante el gobierno del presidente Obama la producción de petróleo de EE. UU. pasó de seis millones de barriles diarios a 10.5 millones, y bajo el gobierno de Trudeau se aprobó la construcción del oleoducto Kínder Morgan, un oleoducto que le permitirá a Canadá llevar a Vancouver casi un millón de barriles de petróleo diarios para de esa forma poder exportarlos a Asia.
En Colombia los “conservacionistas” no han logrado entender algo muy sencillo que Obama y Trudeau entendieron hace rato: que todo debe tener un balance. Sin el ingreso fiscal que genera el petróleo, Canadá no tendría la capacidad de tener el sistema de salud y educativo que tiene, y si EE. UU. no hubiera incrementado su producción de petróleo de 6 a 10 millones de barriles diarios ese país seguiría gastando USD $103,000 millones de dólares adicionales cada año en importaciones de crudo para poder suplir sus necesidades energéticas. Un punto adicional muy relevante: Canadá genera su petróleo en los famosos “Tar Sands” de Alberta. Como quizás algunos sabrán, el proceso que se usa para sacar petróleo en las arenas bituminosas es extremadamente “sucio”, y el incremento de la producción de petróleo en EE. UU. es función única y directa de la utilización del famoso “fracking”.
Me cuentan los que saben de estas cosas que hay tres compañías de petróleo internacionales de gran renombre que consideran que la cuenca del Valle Medio de Magdalena tiene tiene el mayor potencial del continente americano después del famoso Permian Basin en EE. UU. y de Vaca Muerta en Argentina. Me cuentan además los que saben de esto que si Colombia se decidiera a explotar estos yacimientos, las regalías se podrían incrementar en USD $1,000 millones por año, se podrían generar 124,000 trabajos bien pagos adicionales en el país y las exportaciones totales de Colombia se podrían incrementar en USD $13,000 millones adicionales por año. También muestran estos estudios rigurosos a los que me refiero, que si Colombia decide parecerse a Canadá, Noruega, y EE. UU. y no a Cuba o a Venezuela, la inversión contra PIB se podría incrementar del 25-27% actual a 37.5%, evento que incrementaría el PIB potencial de Colombia a niveles cercanos al 6% anual versus el 3.5% actual. Ese incremento en el PIB potencial implicaría que Colombia podría acabar con la pobreza extrema en una generación.
La matemática es clarísima y los riesgos son muy bajos. Ni EE. UU. ni Canadá se van a quedar sin agua, y la están sacando del estadio gracias a sus respectivas y vigorosas industrias energéticas. En Colombia tenemos solo dos opciones, podemos ser lógicos o podemos quedarnos pobres para siempre. La decisión es solo nuestra. El mundo está dispuesto a ayudarnos a tener una industria de hidrocarburos vigorosa, y la tecnología de hoy ha reducido el riesgo a que se afecte el medio ambiente por la explotación de no convencionales a niveles ínfimos. Ojalá nos ayudemos, porque también me cuentan que la paciencia de los inversionistas no es infinita.
Publicado: julio 18 de 2018
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