Sin duda alguna este país se encuentra polarizado, las discusiones por temas políticos ha logrado dividir incluso a familias enteras puesto que los unos no piensan como los otros quieren. Lo lamentable es que el autor de tal grado de división fue o es el propio Presidente de la República, Juan Manuel Santos, quien en su afán de negociar con la Farc tildó y condenó a millones de colombianos que no compartíamos ni compartimos su política de negociación. Públicamente y de forma irresponsable comenzó a señalarnos de rufianes de esquina, de mano negra, de extremistas, de ultra derecha etc., etc., sin siquiera sonrojarse al colocar en riesgo la vida de muchos, dado el contexto de inseguridad en el que hoy vive Colombia nuevamente.
Está bien que el gobierno de turno se defienda de las críticas que pueda llegar a recibir, pero lo que no está bien es que olvide el fuero que le asiste, y por ende las responsabilidades y la altura con la cual debe expresarse y proceder. Todo funcionario del Estado debe actuar con un grado más alto de responsabilidad que cualquier ciudadano de a pie, no puede existir excepciones a esta norma social y política. Pero quizá el odio y el resentimiento se radicó más en los corazones de algunos colombianos cuando el candidato Petro emprendió una campaña incendiaria contra todo aquel que pensara diferente a él, y a pesar que la contienda electoral ya pasó, continua recorriendo el país e inundado las redes sociales de mensajes cargados de veneno que para nada favorecen a la democracia.
A pesar de que nos encontramos en el gobierno de la “paz”, la cual –según Santos y quienes le apoyaron o apoyan- traería consigo enormes beneficios, como una economía creciendo al 8 %, una seguridad jurídica y física plena para todos, entre otros “frutos”, lo único que hemos visto incrementar son los cultivos ilícitos como la coca, la extorsión, un reagrupamiento de fuerzas al margen de la ley, una Farc envalentonada y claro, una cifra en crecimiento en lo que respecta a amenazas o muertes de líderes sociales. Si bien muchos de ellos efectivamente fueron asesinados por motivo de su liderazgo comunitario y demás, lo cual es entristecedor, muchos otros han sido asesinados por asuntos non sanctos, ya que resultaron ser falsos lideres pero sí muertos positivos que le sirven al señor Petro y compañía para alimentar su discursito. Se podría afirmar que son una nueva clase de falsos positivos. Aquí vale acotar que no existen muertos buenos o muertos malos, dado que la vida es una y debe ser valorada.
Y aunque el Presidente Duque aún no se posesiona, muchos simpatizantes del odio social buscan achacarle injustificadamente los errores del gobierno saliente, sin más ni menos; y lo peor, más de un despistado ha caído en esa trampa y hoy fungen como caja de resonancia. Pero no, no señores, les queda muy mal intentar culpar a alguien de los daños cometidos por otro u otros, incluso es hasta cobarde y bajo ser promotor de ese tipo de estrategias.
El país requiere diálogo sincero y directo, estamos cansados ya de los señalamientos, todos debemos dar ese paso en busca de la reconciliación nacional, pero queda mal que quienes se autoproclaman promotores de paz en el día, dediquen sus noches a hablar mal del otro y a enjuiciar sin prueba alguna. Podemos salir adelante como Nación, pero hay que construir y no destruir, recapacitemos, por favor.
P.D. El Representante a la Cámara por el partido de la U en el Cauca, John Jairo Cárdenas, señaló al Uribismo de ser responsable de la muerte de la gerente de campaña del señor Petro en Antioquia (aliada del Clan del Golfo), poniendo en riesgo así la vida de muchos militantes o simpatizantes del Centro Democrático. Pediríamos que se rectificara, pero el señor no sabe de honor y responsabilidad, sería como pedirle peras al olmo. Así que solo dejamos esta constancia del hecho y esperamos sus señalamientos irresponsables no logren acabar con la vida de ningún ciudadano.
Publicado: julio 12 de 2018
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