Produce estupefacción el cariño con el que algunos altos funcionarios tratan a los terroristas ya sean de las Farc o del Eln.
El espíritu de paz y reconciliación no puede confundirse con lisonjas ni contemplaciones a los victimarios.
Además de la impunidad, Santos premió a las Farc metiendo en los cargos clave de la fase de implementación del acuerdo de La Habana a personas con evidente sesgo izquierdista, que se están encargando de tratar con todo el cariño posible a los terroristas.
Está el caso del sacerdote jesuita, Francisco De Roux quien preside la denominada comisión de la verdad. La primera acción de De Roux fue la de pedir los nombres de todos los miembros de la inteligencia militar, listado que en caso de terminar en manos de individuos al margen de la ley, inmediatamente pone en riesgo la vida e integridad de las personas que le han prestado servicio a la Patria desde la inteligencia militar.
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Como si aquello no fuera suficiente, apreció un video en el que el sacerdote en cuestión se refiere al cabecilla del ELN, alias Pablo Beltrán, un sujeto condenado por haber violado mujeres, reclutado menores de edad, desaparecido y secuestrado civiles.
Contra ese individuo pesan actualmente 21 órdenes de captura y es considerado por las autoridades estadounidenses como cabecilla de un grupo terrorista internacional.
Cualquier persona puede concluir fácilmente que alias Pablo Beltrán –su nombre de pila es Israel Ramírez Pineda- es un criminal peligroso, merecedor de todo el repudio posible. Pero el sacerdote De Roux tiene una imagen distinta. En palabras suyas: “conozco muy bien a Pablo Beltrán; aprecio mucho a Pablo Beltrán. Tengo una verdadera admiración por Pablo… Miren, el ELN tiene a la mejor gente (señalando a un sujeto que pertenece a esa banda terrorista), mire acá hay una prueba… El planteamiento del ELN es muy (sic) de lo que en Colombia queremos. Por supuesto…”.
Las palabras del Francisco De Roux son una verdadera afrenta a la sociedad y a las víctimas del ELN. Resulta inaceptable que un sacerdote se refiera en términos tan elogiosos a personas que han causado mucho dolor a través de la comisión de los peores delitos imaginables.
Aún más indignante es que el sacerdote no tenga el coraje de responder por su apología al ELN y al genocida Pablo Beltrán y asegure mentirosamente que sus palabras han sido sacadas de contexto y que es víctima de un montaje. Para que no quede duda ninguna, en el siguiente enlace se puede ver la totalidad de la charla en la que De Roux se refiere en los mejores términos a la guerrilla camilista y sus principales cabecillas. Sus declaraciones son en presente, nunca en pasado. Cuando dice «aprecio a Pablo Beltrán, tengo una verdadera admiración por Pablo Beltrán» no lo hizo en pasado. Es elocuente el uso del presente en la conjugación de los verbos que utilizó.
Es claro que en su intervención el padre De Roux hace críticas al ELN, pero lo cierto es que sus elogios a los cabecillas de esa banda terrorista y narcotraficante.
Como si aquello no fuera suficiente, hace pocos días, con ocasión de la audiencia contra los terroristas de las Farc en la JEP, apareció la señora Mónica Cifuentes, antigua asesora del excomisionado de Paz, Sergio Jaramillo, como procuradora en los procesos contra los cabecillas de la guerrilla.
Inaudito que una mujer que participó en los diálogos de La Habana, que convivió con los principales jefes de las Farc a quienes ella llama respetuosamente por sus nombres de pila con evidente afecto, sea la persona encarga de velar por los intereses de la sociedad.
En su intervención ante los magistrados de la JEP, la señora Cifuentes se refirió a los secuestros como “retenciones realizadas por las Farc”, el mismo lenguaje que utilizan los terroristas.
En el colmo de cinismo, la procuradora Cifuentes aseguró que “los excombatientes que hoy concurren ante estos jueces, no lo hacen después de su captura o de una orden internacional de detención. Lo hacen voluntariamente. Eso tiene inmenso valor moral y es un hecho que hay que reconocer”.
Como si aquellas lisonjas a los victimarios fueran asuntos intrascendentales, más adelante la señora Cifuentes dijo que en las Farc “existe una intención genuina por cumplir las condiciones del sistema, contribuir con la verdad, satisfacer los derechos de las víctimas y dar garantías de no repetición”.
Embustes de la funcionaria del Ministerio Público que no dijo una sola palabra para rechazar el gesto victorioso y desafiante de alias Timochenko al momento de ingresar a esa diligencia, ni rechazó el hecho de que solamente hubieran comparecido 3 de los 34 miembros de las Farc que fueron citados aquel día por los magistrados de la JEP.
Urge que el nuevo congreso y el nuevo gobierno tomen las medidas que corresponda para que desde las más altas cumbres del poder se deje de contemplar a los terroristas y se empiece a trabajar denodadamente por los derechos de las víctimas de la guerrilla criminal a la que Santos le dio un cheque macabro de impunidad.
Publicado: julio 18 de 2018
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