Resulta imperativo que el próximo domingo, los ciudadanos concurran masivamente a las urnas, independientemente del calendario del mundial de fútbol. Es mucho más importante el futuro de nuestra democracia que el resultado de unos encuentros deportivos.
Todas las encuestas coinciden con que el candidato uribista, Iván Duque lleva la delantera, pero ello no puede relajar a los electores. Las elecciones no se definen antes de que se abran las urnas.
Es fundamental que nadie piense que esta campaña ya está ganada. Aquello no es cierto. Petro es un candidato peligroso que no ha ahorrado esfuerzo alguno para hacer daño y manipular este proceso electoral a través de mensajes incendiarios, mentirosos y sumamente irresponsables.
Antes de la primera vuelta, el candidato chavista envió toda suerte de señales en el sentido de que no estaba dispuesto a acatar el resultado. Al registrarse la indiscutible ventaja de Duque, Petro no tuvo camino distinto que el de aceptar la transparencia de la jornada, pero por debajo de cuerda alentó a sus seguidores para que inventaran fraudes que sólo existen en su calenturienta imaginación.
Hay que estimular para que en la segunda vuelta participen más de los 19.6 millones de colombianos que salieron a votar en la primera. No es un desafío sencillo, pues muy posiblemente algunos de los cuatro y medio millones que sufragaron por Sergio Fajardo no estén motivados para acudir nuevamente a los puestos de votación el próximo domingo.
Es claro que un sector de ese grupo, seguidor de Claudia Nayibe López y Antanas Mockus va a votar por el candidato del populismo socialista, Gustavo Petro.
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Habrá otros que seguramente defenderán las tradiciones democráticas y civilistas, razón por la que se inclinarán por Iván Duque, el candidato que garantiza que nuestro país se mantenga firme por el sendero de la libertad.
Así haya intentado morigerar su discurso en estas dos últimas semanas, nadie puede dudar un instante que Gustavo Petro sería un presidente igual o más arbitrario y fundamentalista que Hugo Chávez. Se trata de un sujeto signado por el odio, el resentimiento y la sed de venganza. Empezó su vida como miembro de una banda terrorista que secuestraba, asesinaba y violaba a mujeres indefensas.
Petro no era un luchador social. No. Era un vulgar miembro de una estructura delincuencial que fungía como brazo armado de Pablo Escobar, capo del narcotráfico que financiaba las acciones demenciales del M-19.
El pueblo colombiano debe dejar claro que no desea ser gobernado por un sujeto de esa catadura. La forma de realizar dicha notificación es a través de una masiva participación en las elecciones del próximo domingo 17 de junio.
Desde las 8 de la mañana y hasta las 4 de la tarde, más de 36.2 millones de ciudadanos estarán habilitados para elegir al nuevo jefe de Estado. Y el grueso de ellos, que son devotos de las libertades democráticas, están dispuestos a votar por el candidato del Centro Democrático, Iván Duque Márquez, quien es el presidente que Colombia necesita.
Publicado: junio 13 de 2018
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