Ninguna incoherencia hay en el reciente anuncio cargado de payasadas en el que el exalcalde de Bogotá, Antonas Mockus, hizo público su respaldo al candidato chavista, Gustavo Petro. Era previsible que aquello sucediera, teniendo en cuenta el talante extremista y fundamentalista del “profesor”.
Hace 3 años, el propio Mockus confesó que en algún momento de su vida le ayudó a las Farc, los encubrió y “guardó recursos”, una revelación que confirma la violación del código penal, pero que en su momento no fue investigada, pues en ese entonces la fiscalía estaba en manos de un porrista del terrorismo de la guerrilla, el señor Eduardo Montealegre y su coequipero, Jorge Fernando Perdomo.
¿Cuántas personas no fueron a la cárcel durante 9 o más años por haberse reunido con los mal llamados paramilitares? Mockus, que confesó haber tenido un vínculo real, estrecho y cómplice con los terroristas de las Farc, nunca fue castigado.
Ahora, cuando faltan pocos días para la segunda vuelta presidencial, el exalcalde se la juega por Petro. Esa adhesión se produjo horas después de que las Farc, por boca de su máximo cabecilla, alias Timochenko anunciara que los integrantes de esa organización narcotraficante y terrorista votarán el próximo 17 de junio por el aspirante chavista.
Mockus no podía quedarse por fuera del retrato. Ahí donde están los extremistas, los narcotraficantes, los corruptos como Antonio Sanguino, debe estar su figura.
El espectáculo que armaron Petro y Mockus, donde exhibieron unas tablas de mármol con 12 compromisos, son una burla a los colombianos. Es evidente que Petro está dispuesto a hacer lo que corresponda para ganar las elecciones presidenciales. Si tiene que abjurar de su “fe” chavista para lograr su cometido, nadie dude que lo hará.
Hay que reconocer que su estrategia para la segunda vuelta ha sido eficaz. Morigeró su discurso, no volvió amenazar con las expropiaciones. Suspendió sus controversias con los periodistas que lo cuestionan. En pocas palabras, dejó de meterle miedo a la gente, para mostrarse como un candidato socialista moderado.
Aquello no existe. El socialismo es fundamentalista. Su motor es el odio y la promoción de la lucha entre unos y otros para fragmentar irremediablemente a las sociedades.
Una sociedad polarizada, nunca podrá unirse con el propósito de sacudirse del yugo dictatorial socialista. Así lo hizo Hugo Chávez. Su primera misión luego de asumir el poder fue, precisamente, la de generar una fractura en la sociedad venezolana, división que aún existe y esa es la causa por la que nunca pudo consolidarse un bloque ciudadano monolítico capaz de hacerle frente a la satrapía.
Cuando empiecen las expropiaciones, las persecuciones inclementes a los opositores, se convoque a la constituyente, se elimine la división de poderes y se busque el mecanismo para perpetuar a Petro en el poder, el señor Mockus deberá responderle a los colombianos, pues si Petro logra ganar el 17 de junio será gracias a su respaldo electoral.
Aquel que hace algunos años protegió y encubrió a las Farc, ahora se ha erigido como el gran motor de la candidatura de un enemigo de la democracia como es Gustavo Petro.
Publicado: junio 12 de 2018
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