Faltando menos de dos meses para que Santos se vaya del gobierno, trasciende un informe extremadamente delicado y que sostiene que Colombia tiene más de 200 mil hectáreas sembradas con coca.
Santos asumió el gobierno y en nuestro país había registradas 57 mil hectáreas. Cuando Uribe se posesionó en 2002, Pastrana dejó a Colombia con 102 mil hectáreas.
Entre 2010 y hoy, Santos permitió que los cultivos ilícitos aumentaran en más de un 270% y todo por exigencia de la banda terrorista de las Farc, estructura que obligó a que el Estado suspendiera la erradicación de plantaciones de coca.
El presidente electo, Iván Duque, ha sido claro y contundente. El suyo será un gobierno radical en la lucha contra el narcotráfico y aquello incluye todos los aspectos de la cadena de estupefacientes. Se implementará una muy completa política antidrogas. Desde que era precandidato presidencial, el doctor Duque fue enfático al aseverar que en un gobierno suyo, el narcotráfico no sería considerado como una conducta conexa a los delitos políticos.
Uno de los peores errores de Santos fue el de haber convertido a los peores mafiosos de nuestra historia en delincuentes políticos. Así, capos de la mafia peligrosos como alias Iván Márquez, Carlos Antonio Lozada y Timochenko, solicitados por distintos tribunales norteamericanos para que respondan por haber traficado toneladas de cocaína, empezaron a ser tratados consideradamente como dirigentes políticos y no como los mafiosos que son. Se ha dicho insistentemente en este portal: las Farc son un partido político de mafiosos.
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El presidente Duque tiene el firme propósito de enfrentar al narcotráfico con todos los elementos que estén a su mano. La erradicación de cultivos no será objeto de discusión alguna. Colombia puede tener la certeza de que desde el primer momento, el gobierno Duque se empleará a fondo en la tarea de erradicar las plantaciones de coca, sin detenerse a oír los reclamos de los narcotraficantes de las Farc.
Igualmente, la Fuerza Pública será alentada para retomar la iniciativa en las operaciones contra el tráfico de estupefacientes. Se redoblarán los esfuerzos en materia de interdicción aérea y marítima, a la vez de que se le declarará una guerra frontal a los insumos para la fabricación de clorhidrato de cocaína.
Hay quienes observan una actitud derrotista en la guerra contra el narcotráfico. El presidente Duque, quien contará con el apoyo del gobierno del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, se encargará de demostrar –con hechos- que sí es perfectamente posible romperle es espinazo a la mafia.
Esta tragedia no se supera con discursos, sino con acciones. El hecho de que en nuestro país haya más de 200 mil hectáreas sembradas con coca, debe ser asumido como una amenaza real a nuestra seguridad nacional. Esos cultivos significan ríos de millones de dólares para las estructuras armadas al margen de la ley con capacidad para desestabilizar nuestro régimen democrático.
Así que la colosal tarea que emprenderá el presidente Duque requiere del respaldo irrestricto de toda la nación. La persona que haya de ocupar el ministerio de relaciones exteriores, deberá emprender una importante tarea diplomática para concientizar a la denominada comunidad internacional de que para que en Colombia haya paz y estabilidad, es fundamental eliminar hasta el último arbusto de coca, cerrar las rutas para el tráfico de estupefacientes y perseguir eficazmente las redes de lavado de activos.
No la tendrá fácil, pero el presidente Duque cuenta con el talento suficiente para lograr drenar ese nefando mar de coca que Santos nos deja como herencia macabra.
Publicado: junio 27 de 2018
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