Los militantes del Centro Democrático nos hemos acostumbrado a los bloqueadores solares, las gorras, los megáfonos y a ver nuestros closets llenos de las camisetas que hemos portado con orgullo durante estos casi ocho años de oposición firme y coherente contra un gobierno que se tapó los ojos y los oídos a nuestro clamor por un mejor país. Y así como los deportistas duran años preparándose para el día de la competencia, nada está ganado sino hasta el día del último partido.
Ese último partido lo jugaremos en tres días cuando el pueblo colombiano salga a las urnas a depositar su voto por el mejor equipo. Esos equipos son: Iván Duque y Gustavo Petro. Ambos candidatos representan dos formas de gobernar diametralmente opuestas y su trayectoria es aún más distinta. Petro es un ex integrante del M-19, un grupo terrorista que optó por las armas y decidió que sus ideas valían más que la vida y libertad de sus víctimas. Duque pasó su juventud preparándose, inclusive, escribió su primera columna de opinión para una importante revista económica a la tierna edad de los catorce años. Después de recibir la amnistía, Petro se convirtió en Senador de la República, escenario en el cual indiscutiblemente se destacó como opositor a todo, sin ofrecer soluciones. Iván Duque después de una brillante carrera en el BID, fue invitado por Álvaro Uribe Vélez a acompañarlo en la lista para el Senado donde fue escogido como el mejor Senador en un Congreso mayoritariamente opuesto al Centro Democrático. Gustavo Petro fue alcalde de Bogotá, alcaldía que ejecutó de manera autoritaria e impregnada de ideología de izquierda. Opinión que compartieron sus más cercanos colaboradores como Antonio Navarro Wolf y Daniel García Peña que en una sentida carta de despedida dijo que “un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota”. Así, muchos funcionarios más le renunciaron principalmente por su forma de ser. En el otro equipo, Duque, ha logrado unir bajo sus toldas a todos los que soñamos con un mejor país, porque a pesar de los “penaltis” que le han hecho, nunca se ha dejado provocar y siempre ha respondido con argumentos. El autoritarismo simplemente no está en su ADN. Por el otro lado, Petro ha sido muy cercano al gobierno dictatorial de Venezuela que hoy tiene sumida en la desgracia a toda su población. Mientras que Duque no sólo ha levantado su voz contra la dictadura, sino que denunció a Nicolás Maduro ante la Corte Penal Internacional. Gustavo Petro en su dialéctica demagoga ha tratado de apartarse del gobierno de Juan Manuel Santos al que ahora culpa por tener a la población colombiana viviendo como venezolanos, pero se le olvida que es uno de los responsables de su reelección porque fue su mayor elector en Bogotá. Su ayuda fue debidamente agradecida por Santos en un elocuente discurso que remató diciendo que no había querido agradecerle en público por aquello de la procuraduría. Iván Duque junto al Centro Democrático se opuso con vehemencia a todos los desmanes de Santos incluyendo su despilfarro y la reforma tributaria que tanto daño le ha causado a nuestra economía y además, a un acuerdo de paz leonino y promisorio de impunidad. A Petro lo apoyan las Farc, el grupo terrorista que más sangre ha derramado en Colombia. A Iván Duque lo apoyamos millones de colombianos que sí sabemos que no todo vale y que hemos vivido nuestra vida dentro de la legalidad.
Así como los partidos de fútbol se ganan con goles, las elecciones se ganan con votos. En este momento lo único que tenemos ganado es el espacio para competir el domingo. En nuestras manos está que ganemos el partido final. No nos podemos limitar a salir a votar, también tenemos la obligación de invitar a otros a hacerlo. Ese día nos tenemos que poner al servicio del futuro de nuestro país de la manera como mejor podamos, por ejemplo, si tiene un medio de transporte, lleve a sus amigos que no lo tienen a votar. El domingo no es un día para quedarnos en casa a esperar resultados, es un día para salir a producir esos resultados.
Publicado: junio 15 de 2018
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